“Los cumpleaños son tan buenos como puentes para el futuro”, decía Jacques Chirac. Este 6 de diciembre, es el Día de la Constitución, una celebración muy importante por lo que significa para la ciudadanía. La Carta Magna cumple 45 años de vida. Algunos pensarán que a esa edad se es vieja, otros en cambio hablan de una cierta madurez. Llamarla vieja, antigua, desfasada es desconocer lo que significa, cómo se elaboró y cómo se pasó de una dictadura a una democracia sin derramar sangre. Todo un logro importante, aunque no siempre se valore.
Hay individuos que suelen decir que ellos no la votaron, que por lo tanto no se sienten representados, y que hay que modificarla. Hay tantas cosas que no se han votado que modificarlas todas es tarea imposible. Lo que está bien se deja, lo que está mal de modifica, así de sencillo.
La Constitución Española del 78 fue votada en una jornada de libertad, de consenso, de sentir que la opinión de la gente se tenía en cuenta, servía para algo tan trascendental ¡Por fin después de tantos años se podía votar el futuro, en libertad, paz, en consenso! Además fue la única Constitución que ha sido refrendada por el pueblo. No fue fácil, pero fue posible llevar a cabo el sueño de tantas y tantas personas.
Llegar a contar con la Carta Magna no fue un camino de rosas, sin embargo, había voluntad de llegar a elaborar un texto en el que todos estuvieran de acuerdo. Ello supuso una gran generosidad por parte de los partidos políticos de aquella etapa. Todos hicieron renuncias ideológicas, lo que estaba en juego era lo suficientemente importante como para anteponer el bien común del país por encima de sus intereses partidistas. La renuncia, generosidad, el diálogo y el respeto hacia el que no piensa igual hizo posible que los siete ponentes de la constitución, en 29 sesiones y durante cinco meses, fueran capaces de redactar el contenido de la misma - a la que se le considera como el centro del sistema político y del ordenamiento jurídico de España-. En ella se asientan las demás normas, los derechos fundamentales y las libertades públicas, los principios de actuación de los poderes públicos y la organización institucional y territorial del Estado.
El respeto a la letra y el espíritu de la Constitución es algo que no se debe olvidar. Hay muchos sacrificios individuales y colectivos que se encuentran detrás de ella. Un ejemplo de la altura política de aquellas formaciones políticas de la época, un ejemplo que deberían seguir los políticos contemporáneos.
Las nuevas generaciones quieren cambios, no se sienten representados. Cambios en aquellos aspectos que es necesario cambiar, sí, pero cambiar por cambiar, no. El debate sobre la modificación es algo que viene de hace un tiempo. Entrar en ese debate político ahora llevará entrar en una discusión que derivará en crispación, enfrentamiento, de los que tenemos ya demasiado. La situación política es la que es y las palabras consenso, diálogo , generosidad y pactos que tanto valor tenían en el 77 han volado, no existen. Consecuentemente no se conseguirá la unanimidad, sino la discrepancia, la intransigencia, la pelea por la pelea.
Lo que hay que insistir es en que la Constitución se aplique y se cumpla. Hay encaje en ella para satisfacer determinadas peticiones que son necesarias. Este es un país de blanco o negro, de impulsos, y valora poco lo que han hecho otros. Con esos precedentes las cosas pintan mal.
En la actualidad, cuando se cumplen 45 años, un 75% de la población se siente satisfecha con la Constitución. Eso quiere decir algo. ¡Feliz aniversario, y buena salud en el presente y sobre todo en el futuro, que 45 años no son nada!
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