viernes, 26 de abril de 2024 14:04
Opinión

Nous sommes Dolores y Antonio

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Cada vez entiendo menos este mundo en el que vivimos. Armamos la de la Bastilla cuando asesinan periodistas y ciudadanos judíos en París, lo cual es lo que procede pero, sin embargo, bajamos escandalosamente el perfil de nuestra indignación cuando asesinan en Túnez a dos pacíficos compatriotas que se llamaban Dolores Sánchez y Antonio Cirera y que se encontraban en ese país celebrando sus bodas de oro en un crucero de bajo coste y por primera vez en sus vidas.

Cada vez entiendo menos este mundo en el que vivimos. Armamos la de la Bastilla cuando asesinan periodistas y ciudadanos judíos en Paris, lo cual es lo que procede pero, sin embargo, bajamos escandalosamente el perfil de nuestra indignación cuando asesinan en Túnez a dos pacíficos compatriotas que se llamaban Dolores Sánchez y Antonio Cirera y que se encontraban en ese país celebrando sus bodas de oro en un crucero de bajo coste y por primera vez en sus vidas.


Mucha condolencia, mucho minuto de silencio y pocos líderes mundiales en torno a otra gran manifestación en Barcelona, ciudad en la que residían Dolores y Antonio, o en cualquier otra capital en la que vivían los otros veintiún asesinados por la barbarie de estos mal nacidos del autodenominado estado islámico... ¡Ya está bien! Aquí no hay ciudadanos de segunda ni ciudadanos de primera o sea franceses y judíos. Claro que sí es cierto que nuestro Ministro de Asuntos Exteriores se enteró de la tragedia cuatro horas después de producirse los crímenes porque se encontraban disfrutando de su afición a los toros, ¿cómo van a considerarnos un país serio?

Es verdad que no estamos en los tiempos de Urbano II, ni siquiera nos serviría ahora como excusa el histórico lema "Dios lo quiere", ya que nuestra triste existencia discurre en un Occidente en que el petróleo se ha impuesto a la fe cristiana, pero "ya toca" que eso que llamamos Europa despierte de su letargo y pelee, no por conquistar lugares santos, sino por su propia supervivencia, como tuvo que hacer en los años cuarenta contra el nazismo alemán o el imperialismo nipón, cueste lo que cueste. ¿A qué esperan nuestros grandes líderes para reunirse y tomar medidas claras y rotundas contra quienes promueven estas masacres contra sus conciudadanos, a que estos asesinos entren con sus tanques por Gibraltar?


Al menos, Francia, cuando los sucesos de Paris, envió para la zona donde combaten los islamistas un portaviones que va diezmando día a día las filas de este ejército de criminales. ¿Y nosotros qué vamos a hacer? ¿Nada??

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