Prisa rompe con el Gobierno y comienza una nueva era crítica para Pedro Sánchez
En el Ejecutivo se han quedado sin su mayor apoyo mediático
El panorama político español vive un giro inesperado en los medios. El grupo Prisa, histórico aliado del Ejecutivo de Pedro Sánchez, ha decidido poner distancia y asumir un papel crítico frente al Gobierno. Después de años de apoyo mediático, las últimas semanas han marcado un antes y un después, dejando a Moncloa con un aliado menos y con la necesidad de gestionar la imagen bajo creciente escrutinio.
Una ruptura silenciosa que sacude Moncloa
La decisión no ha sido casual. Prisa ha observado cómo se acumulan escándalos de corrupción y casos de acoso que han salpicado al PSOE, y ha considerado que su responsabilidad como grupo informativo exige un cambio de postura. La ruptura con la narrativa oficial refleja un nuevo equilibrio de fuerzas. Mientras antes la compañía ejercía un papel de defensa, ahora asume el de fiscalizador, lo que coloca al Gobierno en una situación de vulnerabilidad mediática sin precedentes.
El cambio de actitud se ha hecho evidente en sus principales cabeceras y emisoras, donde los análisis y editoriales reflejan un tono más crítico, cuestionando decisiones del Ejecutivo y poniendo sobre la mesa las tensiones internas y las dificultades de gobernabilidad.
Oughourlian y la estrategia del grupo
Al frente del grupo, Joseph Oughourlian ha liderado esta transformación. Su mirada está puesta en proteger la credibilidad de Prisa y en mantener la confianza de lectores y oyentes, incluso si eso implica confrontar a un aliado histórico. La decisión también responde al cálculo empresarial de mantener un discurso complaciente habría erosionado su reputación y la relación con su audiencia, que exige independencia y rigor.
En Moncloa, la reacción ha sido de cautela y ajuste. Aunque el Gobierno no renuncia a su estrategia de influencia, el distanciamiento de Prisa obliga a Sánchez a replantear cómo se comunica y cómo gestiona los escándalos que siguen apareciendo. La percepción pública de vulnerabilidad del Ejecutivo crece a medida que los medios antes favorables se vuelven críticos.
Así pues, el escenario mediático español entra en una nueva fase. Prisa abandona su papel de apoyo incondicional y se convierte en un actor que amplifica la presión sobre el Gobierno, dejando claro que la lealtad tiene límites y que, en política y medios, nada es permanente.
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