Cambio a la vista: los campos de césped artificial deberán adaptarse y no contaminar en 2030

El pasado domingo 15 de octubre se publicaba una noticia que sacudió al mundo del deporte europeo en un fin de semana, aparentemente, tranquilo. Y es que la Comisión Europea (CE) habría decidido poner punto final a la existencia de los campos de césped artificial... aunque la realidad es que sólo dejarán de existir tal y como los conocemos.

Lo que dice el dictamen de la CE es que el reglamento sobre microplásticos da 8 años a todas las administraciones para substituir el relleno granular que hay en muchas pistas sintéticas, ya que son partículas realmente contaminantes, y porque emiten mucha contaminación a la atmósfera.

De hecho, el Reglamento 2023/2055, el que aborda la necesidad de hacer estos cambios en los próximos años incluye la prohibición de venta, en los países de la Unión Europea, de productos cosméticos, purpurina, detergentes, juguetes y medicamentos que contengan microplásticos añadidos intencionadamente y que se liberan al medio ambiente durante su uso.

El mismo medio apunta que en el territorio español hay más de 10.000 campos de césped artificial, muchos de ellos construidos en los últimos años. Este tipo de superficie se elige por encima del césped natural por su bajo coste de mantenimiento. Además, varios medios apuntan que, año tras año, unos 400 de ellos se remodelan o actualizan.

NO CONSTRUIR MÁS RECINTOS CON MICROPLÁSTICOS

Así pues, las instalaciones deportivas tienen este plazo, hasta 2030, para adaptarse a los nuevos requerimientos, de modo que se desmienten informaciones como que estos recintos desaparecieran, algo que significaría un golpe enorme para el deporte.

Lo que sí que debe pasar es que, desde la entrada en vigor de la normativa, no se construyan más recintos de césped artificial con estos microplásticos contaminantes a los que la CE ha decidido poner fin.

¿CÓMO HAN EVOLUCIONADO LOS RECINTOS CON EL PASO DEL TIEMPO?

Los primeros estadios de césped artificial, construidos durante las décadas de 1960 y 1970, estaban compuestos por un césped artificial de fibras fibriladas y lastrados con un relleno únicamente de arena de sílice. Eran superficies muy duras y abrasivas, debido a la arena y a la escasa evolución de los polímeros utilizados para la fabricación del césped artificial en aquella época.

Su primera evolución consistió en poner césped más largo (podría llegar a los 6 centímetros) y rellenarlo de arena de silice, con una capa de terminación de granos de caucho (SBR, termoplastico, EPDM, etc) para aportar al campo amortiguación y diminuir la abrasión).

Otro cambio posterior fue la introducción de la tecnología de extrusión de las fibras y la evolución de los polímeros utilizados dieron lugar a la aparición de las fibras monofilamento. Estas fibras compuestas por un solo hilo compacto al que se le puede dar diferentes tipos de sección, ha hecho que las superficies de césped artificial hayan mejorado mucho en sus prestaciones, siendo menos abrasivos (polimeros más suaves y lubrificados), más resilientes (capacidad de mantenerse erguida la fibra tras la pisada), y mejorando sensiblemente el gesto deportivo. Se trata de campos que tienen relleno de arena y elástico (aunque ya no solo se usan los SBR y termoplásticos, sino que se están imponiendo los rellenos orgánicos y sostenibles).

La última evolución de los sistemas de césped artificial consiste en un tipo de superficie sin relleno. Gracias a la evolución de los polímeros de polipropileno y polietileno, se ha llegado a la producción de sistemas que no necesitan de la arena o el relleno elástico para tener todas las propiedades necesarias para la práctica del fútbol y otras disciplinas.