El RCD Espanyol es uno de esos clubes que crean impronta entre sus aficionados. Ser del Cádiz en Cádiz es sencillo, milite el equipo en Segunda B o en Primera División. O del Zaragoza en Aragón. O del Pontevedra en su provincia. Nadie va a cuestionar que apoyes al club local. Pero en Cataluña se vive una tremenda anormalidad. No hay ‘clubes locales’, hay un equipo que se ha convertido en algo más que una religión.