Soy de esa generación a quien merendar bocadillo de Nocilla le sabía a gloria. Aquella que aprendió muchas cosas con el libro de Petete, Barrio Sésamo y la bruja avería. La que respondía gritando desde el otro lado del televisor a los payasos de la tele y su ¿Cómo están ustedes?. Ese baby boom camino de los cuarenta que fue gestado y parido en democracia.
Soy de esa generación a quien merendar bocadillo de Nocilla le sabía a gloria. Aquella que aprendió muchas cosas con el libro de Petete, Barrio Sésamo y la bruja avería. La que respondía gritando desde el otro lado del televisor a los payasos de la tele y su ¿Cómo están ustedes?. Ese baby boom camino de los cuarenta que fue gestado y parido en democracia. Gente que crecimos repitiendo postre de natillas Danone y que de los petit suisse aprendió a decir que " a mi me daban dos".
El socialista, Eduardo Madina, este sábado se ha aventurado a apostar por las primarias de la Federación del PSC en Barcelona, ensalzándolas como el ejemplo a seguir, por las que en alguno momento del año que viene tendrán lugar en el PSOE, por mucho que se esté haciendo de rogar la "buena moza".
Y mientras tanto, dentro de esta misma Federación barcelonesa y a estas alturas de la película, se libra una batalla dialéctica, que sin que llegue la sangre al rio, pugna entre una plena apertura o una abertura comedida, entre una o dos vueltas a los comicios y entre el ejemplo de Hollande o una burda copia . Entre que si X o Y, con cerca de siete candidatos esmerados en esa carrera que sueña con devolver al PSC la alcaldía de la ciudad perdida.
Seguramente si fuera de otra generación mi frase sería diferente, y antes de afirmar un recurrido "guaje aquí hay tomate", me voy a inclinar por sugerir a quien tenga capacidad para esa difícil tarea que es escuchar, y que no tiene nada que ver con "escucharse a sí mismo" sino escuchar a quien habla, una sola frase en el oído: " a mí me daban dos".
Por lo tanto, no creo equivocarme si afirmo que como yo muchos otros permanecerán a la espera de si es buey o vaca. E independientemente de a quién se parezca el retoño engendrado, vayamos todos tomando asiento porque se avecina una sesión completa de circo. Y si me permiten la osadía, me pido ocupar lugar en la última fila, porque desde esa posición, el espectáculo siempre se visualiza en gran angular, casi como si vieras la película en el cine, pero sin palomitas.
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