viernes, 19 de abril de 2024 22:31
Opinión

NO HAY MUERTOS DE PRIMERA NI DE SEGUNDA

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Muchos piensan que la vida de unas personas valen más que otras, dependiendo del lugar donde vivan y por eso, las muertes de primera son denunciadas públicamente y se convocan minutos de silencio, manifestaciones y declaraciones de repulsa. Mientras, los que mueren en países pobres, en guerra, explotados por todos, se catalogan de segunda, ¿o de tercera? y pasan a ser meros números que se olvidan fácilmente.


En plena Pascua, 72 personas han muerto y unas 360 han resultado heridas, la mayoría de ellos niños y mujeres, que han sido objetivo de los asesinos del grupo talibán Jamaat ul Ahrar, en un parque infantil de la ciudad paquistaní de Lahore.


El motivo: sencillamente ser cristianos en un país donde el 95% practican el Islam, dividido en dos fracciones: sunni mayoritariamente y los chiitas que representan un 20 por ciento. Solo un dos por ciento de la población es cristiana y en los últimos años, esta comunidad está siendo masacrada por esta banda de asesinos.


En Europa, estas personas que han perdido la vida, son ciudadanos de segunda y nos coge a todos muy lejos… Pocas han sido las voces que se han alzado. Pocas las manifestaciones. Pocas las denuncias y menos aún la implicación para encontrar una posible vía de solución para frenar estas persecuciones y matanzas que seguirán sucediendo una y otra vez. Los gobiernos civilizados de Europa miran para otro lado y solo nos afecta lo que nos toca muy de cerca… Lo demás, no va con nosotros. 


Pero, ¿quiénes son estos “nuevos” asesinos de Jamaat ul Ahrar? Es una nueva división de los Talibanes de Pakistán, que lidera Omar Khalid. El nuevo grupo incluyen las facciones talibanes de las zonas tribales de Mohmand, Bajaur, Khyber y Arakzai, y los distritos de Charsadda, Peshawar, y Swat.


Omar Khalid es una persona muy cercana al emir de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri y su objetivo es el de derrocar al gobierno de Pakistán, imponer la saharia, apoderarse de las armas nucleares del país y la yihad hasta que el Califato se establezca en todo el mundo. Un objetivo que es como retroceder quinientos años…


Mientras, el presidente de este país, Mamnoon Hussain, de la Liga Musulmana del Pakistán, hace la vista gorda, según dicen algunos. Otros, por el contrario, manifiestan que no puede hacer nada…

Con este panorama, no debemos olvidar que son 72 fallecidos y unos 360 heridos. Niños y mujeres inocentes que estaban tranquilamente en un parque y que su único pecado era ser cristiano.


Los que venden las armas a estos asesinos, ¿duermen tranquilos cada noche?

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