jueves, 28 de marzo de 2024 09:52
Opinión

EL DÍA DE LA VERGÜENZA

José Miguel Villarroya
José Miguel Villarroya

Hernandorajoy


Si el 7 de Diciembre de 1941, el ataque japonés a Pearl Harbor, es conocido por los norteamericanos como el Día de la Infamia; para los socialistas de buen corazón el 29 de Octubre de 2016 será conocido como el Día de la Vergüenza, el día en que el PSOE con su abstención facilitó el gobierno del PP y de Mariano Rajoy.


La abstención de por sí, precedida por lo ocurrido en el Comité Federal del 1 de Octubre, ya era lamentable, pero tras el discurso de Rajoy del sábado en el que exigía el apoyo a los presupuestos y afirmaba que no iba a cambiar su política, se convirtió simplemente en vergonzosa, no existe ningún tipo de justificación a la misma, ni por intereses patrios ni de partido.


Ser socialista es estar contra las desigualdades, luchar cada día por las injusticias, procurar crear un mundo mejor donde los desheredados de la tierra puedan levantarse cada día para vivir con dignidad. ¿Se puede luchar por todo esto, dando el gobierno al PP?, simple y tajantemente NO. Es defender que los pobres sean cada día más pobres y los ricos cada día más ricos.


Algunos se abstuvieron por imperativo legal, no me sirve, la disciplina de partido no puede estar nunca por encima de la conciencia, y menos de la socialista. El imperativo categórico que defendía Kant afirma que no quieras para los demás lo que no quieras para ti; siguiendo el aforismo, ¿se quiere la miseria para uno mismo?, supongo que no, entonces ¿por qué se defiende para los demás?


Mi apoyo y solidaridad para mis compañeras y compañeros que votaron NO, tanto los del PSC como los del PSOE, al menos mostraron que no todo está perdido, y con Pedro Sánchez que dimitió por coherencia, antes de vivir el aquelarre colectivo. Viene una larga travesía por el desierto, porque al igual que el pueblo de Israel volvió su mirada a falsos ídolos, el PSOE ha hecho caso a los poderes fácticos del IBEX y las finanzas, y al igual que a los israelitas, Dios, y en nuestro caso el pueblo, nos castigarán con cuarenta años sin llegar a la Tierra Prometida.


Como viejo socialista tengo el corazón roto, se ha hecho mucho daño a todos los socialistas de buen corazón. Estoy mal, muy mal, y con la sensación de que ya todo está perdido. Nunca pensé que iba a vivir el Día de la Vergüenza Socialista.

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