Les deseo unas felices fiestas en nombre de todos los trabajadores que hacen posible que cada día les hagamos llegar los diarios de Press Digital Group a su ordenador, a su móvil o a cualquiera de los nuevos inventos tecnológicos de los que dispongan. Somos una pequeña empresa familiar, como tantas otras de este país, que puede salir adelante, como tantas otras, a base de mucho trabajo y con el único ingreso de sus anunciantes, que rebuscan en sus presupuestos para patrocinar a quienes cada día se sienten más libres e independientes colocando sus noticias en abierto para que todo el mundo pueda leerlas sin coste alguno.
Es pues, una inmensa satisfacción para un editor, saber que sus colegas periodistas no tienen otro condicionante que la línea editorial del periódico en el que escriben y que saben, además, que los escasos beneficios que generan, se revierten inexorablemente cada año en la propia empresa, sin que el empresario retire el dividendo de su gestión. Eso sí, una vez pagados los impuestos que correspondan, que son muchos y variopintos, e ingresando las nominas el 28 de cada mes indefectiblemente.
Los heroísmos empresariales y, esto lo saben miles de empresarios que pelean por subsistir, está precisamente en esa lucha del día a día por sacar el negocio adelante. Los tiempos son tan difíciles que nadie está libre de un mal mes o de un peor año. Y como todos sabemos que los bancos no entienden de buenas palabras ni de apoyo a la gestión, la amenaza de la temida suspensión de pagos sigue balanceándose sobre la cabeza de quienes tienen la osadía de sobrevivir. Y, por si esto fuera poco envite, los periodistas nos hemos dejado devorar por la tecnología y, sobre todo, por aquellos espabilados o trileros mediáticos, llámenle Vds. como quieran que, aprovechándose de la complejidad de la red, manipulan las audiencias o convierten un artículo excelente en un mal sueño para su autor si este lesiona los intereses de los amigos de estos "expertos". Menos mal que también en la temida red "no hay enemigos pequeños".
Así pues, consciente de que nos espera una larga travesía durante el año que entra a todos los que realmente sufrimos la crisis, les deseamos los mejores ánimos y por encima de cualquier otra cosa, salud, mucha salud, para disfrutar con los suyos de los mejores momentos de la vida, que siempre deben estar por encima de los disgustos profesionales que nos acontezcan, aunque éstos, a veces, nos agobien innecesariamente. Sean felices y hagan felices a sus semejantes siempre que les sea posible, esa es la verdadera medicina de la eterna juventud.
Un abrazo de todos nosotros.
EL EDITOR
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