jueves, 28 de marzo de 2024 14:59
Editorial

LA CONTAMINACIÓN

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Madridcontaminado


Andan las autoridades de media Europa intentando salir del lío en el que han metido a sus conciudadanos con la ya "incontestable contaminación" en las grandes ciudades. Ahora toca adoptar medidas impopulares contra los coches para que éstos dejen de emitir CO2 a la atmósfera. Eso sí, sin hacer desaparecer los impuestos con que se gravan las gasolinas ni tampoco los de circulación con que nos trituran los bolsillos los Ayuntamientos y, mucho menos el IVA de los propios vehículos, que tanta satisfacción les produce a los respectivos Ministros de Hacienda. El lema, de momento, es "siga pagando, pero contamine menos".


Y claro, como la gente no es tonta, comienza a preguntarse el por qué no se han utilizado todavía las energías limpias como el hidrógeno para que los coches, las motos, los autobuses, los taxis y los camiones circulen con normalidad por las calles y carreteras, cuando ese mismo hidrógeno ha llevado desde hace muchos años a los cohetes a la luna o a las Voyager más allá de nuestra galaxia. 


Vamos, que ahora mismo, Manuela Carmena puede llenar de surtidores de hidrógeno todo Madrid o de cargadores eléctricos de bajo coste su ciudad y estoy seguro que el famoso Hongo contaminante de la capital del Reino desaparecería como por ensalmo si existieran coches baratos que funcionaran con esas energías limpias. Si, además, la alcaldesa-jueza convenciera a Montoro que le quitase el IVA a los hipotéticos coches con hidrógeno, seguro que las grandes marcas se volcarían en hacer posible que sus trenes de montaje fabricasen coches con los nuevos motores descontaminantes. Es solo cuestión de poner en marcha "el círculo virtuoso" de la calidad medioambiental y resolver un problema que, el usuario, es el menos interesado en mantener vivo por su propia supervivencia.


Lo que pasa es que una cosa "es predicar y otra dar trigo", que dirían nuestros abuelos. Ahora mismo, de lo que se trata es de "poner parches" a un gravísimo problema, que ningún político quiere afrontar porque, cargarse la dependencia del petróleo es una cosa muy seria, especialmente para los poderes económicos que la sustentan, quienes, a su vez, marcan el "orden democrático" en este mundo en el que mal-vivimos. Y, lo peor, es que, esa desgraciada verdad va a acabar con todos nosotros, salvo que quienes viven del sucio negocio del petróleo pasen, a partir de ya, a cobrarnos un impuesto por el aire que respiramos que les compense de los millones que perciben por hacernos andar en un coche con depósito de gasolina o gasoil o calentar la casa con gas, por poner dos ejemplos muy simples y de amplísimo consumo.

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