jueves, 28 de marzo de 2024 18:37
Opinión

UNA PEREZA DELICIOSA

Miquel Escudero
Miquel Escudero

Konrad


Leemos y escribimos para pensar y ganar alguna claridad en nuestro vivir, y no sólo para orientarnos sino también para gozar. Un amigo me recomienda el libro Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros, escrito en 1949 con evidente alegría, saber y buen humor. Su autor es Konrad Lorenz, padre de la etología; catedrático de psicología humana en Königsberg, había enseñado antes anatomía comparada y psicología animal en la capital de su Austria natal. Pues bien, ¿qué he podido aprender de su lectura que me sirva para vivir y comunicar? No me es posible responder con plenitud a esta pregunta, pero sí destacar alguna idea. Vamos allá.


En efecto, tras declararse un hombre perezoso, "tan perezoso que sirvo más para observador que para experimentador", el premio Nobel de Medicina de 1973 escribía un párrafo que merece toda nuestra atención: "Lo maravilloso que tiene esta vida de pura observación y contemplación con los animales salvajes es que los mismos animales son también deliciosamente perezosos. La estúpida prisa de los modernos hombres civilizados, que ni siquiera disponen de tiempo para adquirir una verdadera cultura, es algo completamente extraño a los animales". La pereza es en sí un concepto peyorativo, que significa negligencia y flojedad. Pero el maestro Lorenz no se refería a este abandono y dejadez. Él reivindicaba el placer de vivir y aprender a observar con perspicacia e inteligencia, sabiendo relacionar todo lo visto y oído. El valor de un trabajo que no es 'trabajo', sino entretenimiento.


Un grave problema personal y social en este siglo es el saber qué hacer con enormes 'latifundios de tiempo desocupado'; una expresión del sociólogo brasileño Gilberto Freyre. Cómo sacarle partido al tiempo propio es cómo sacarle felicidad, no dinero ni pompa u otro sucedáneo. Hacia este objetivo de enriquecer el tiempo libre no apuntan los partidos políticos, menos aún sus aparatos, obsesionados con el poder.


Konrad Lorenz indagaba en el comportamiento animal, sin idealizarlo. Bien sabía que a los animales no hay que andarles con prisas, son como son. "Si se quieren conocer los gansos silvestres, se ha de vivir con ellos, y si se quiere vivir con ellos, debe uno acompasar el ritmo de su vida al de los gansos". En esa adaptación a ellos encontraba no sólo satisfacción, sino una fuente de sabiduría. 

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