La pesadilla de París aún hace mella

Ya lo avisé. La derrota en París iba a hacer mella para el resto de la temporada. Todo acabó ahí. Y así se ha visto esta noche en el Camp Nou, donde el FC Barcelona ha ganado por defecto, porque sí, y nada más. Bueno, y por Ter Stegen, que en la debacle de los culers, ha vuelto a brillar con una actuación magnífica.

Messi ha sido el autor de ambos tantos, el último de penalti en el 89 -contra el Leganés en casa; tela-. Por lo demás, solo se ha visto un equipo sin corazón, perdido, miedoso. Un equipo al que le arrebataron el mucho más que la eliminatoria de Champions en París. Le han arrancado el alma. 

Las carencias se suplen con voluntad y con confianza, pero cuando eso no existe, todo se descubre. Y vaya que si se ha descubierto. Sergi Roberto ha cuajado dos meses aceptables en el lateral derecho, pero poco a poco se ha ido desinflando, al igual que el resto del equipo, y hoy ha regalado el gol del empate del Leganés, de Unai López.

Seamos sinceros. La temporada del Barça ha sido una falacia. Un quiero y no puedo. Un intentar achicar agua con un cubo más pequeño que el agujero por donde te estás hundiendo. Luís Enrique es un pedazo de entrenador, y ha dado al Barcelona muchísimas alegrías. Por ello, sinceramente, no creo que deba recaer sobre él toda la culpa. 

No puedo parar de pensar en el centro del campo del Barça. Es una vergüenza. André Gomes debería tener prohibido pisar el césped del Camp Nou. No quieran saber cuánto ha costado ese futbolista. Al igual que no quieran saber cuánto ha costado Paco Alcácer o Arda Turan. Y mientras tanto, un bello italiano, chiquitillo, rapado, asombra a París con su talento diciendo "a mí no me han querido en Can Barça". 

Que se acabe esto ya. Que termine.