viernes, 29 de marzo de 2024 08:28
Editorial

¡POR UNANIMIDAD!

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Parlamentfranquismo


El que el Parlamento de Catalunya haya aprobado "¡por unanimidad!" que las sentencias promulgadas durante la Dictadura del General Franco son "nulas de pleno derecho" para que se produzca el efecto purificador de que los compatriotas condenados, vivos o muertos, y sus familias recuperen por completo la honorabilidad perdida durante tantos años, es un hecho que honra a quienes han promovido y aprobado tal iniciativa, que llevaban esperando los afectados hace ya demasiado tiempo.


Una guerra civil es una tragedia que nunca se cura. Fíjense en ese detalle todos aquellos a los que les encantan los enfrentamientos entre hermanos. Lo que debió ser aquel Julio de 1936 y los años de represalia, sufrimiento y asesinatos que siguieron a nuestra contienda, en la que los demás países dejaron que nos matáramos, o que sirviéramos de experimento para la gran guerra mundial que se avecinaba, es la peor de las tragedias que un pueblo puede llegar a padecer.


Este 28 de junio pasado, el Congreso acogía un acto solemne en el que se celebraba el cuarenta aniversario de la Gran Reconciliación, que eso es lo que fue en realidad la llamada Transición, donde la mayoría de los supervivientes de los dos bandos decidieron enterrar sus desdichas, abrazarse y ofrecer a las generaciones venideras la oportunidad de vivir en paz y democracia y, sobre todo mostrarle el camino para que no olvidaran la tragedia vivida y nunca volvieran a repetirla.


Hoy, en Catalunya se ha dado un paso mas en la buena dirección, y cuando enterremos en lugar sagrado a aquellos que todavía duermen en las cunetas y en los barrancos, se consumará esa reconciliación total, que siempre a los que dejaron que nos matáramos les parecía imposible.


Son, los tiempos que corren, otra vez años muy difíciles, porque parece que algunos no han aprendido casi nada de lo que aquí sucedió en el 36. Ojalá el sentido común regrese de inmediato a la cabeza y al corazón de nuestros políticos, porque hoy, nuestro país, nunca ha tenido una generación de jóvenes tan preparada como la actual, con la que podemos, si nos lo proponemos, construir un futuro apasionante. No tendremos perdón de Dios, como decían nuestras abuelas, si dejamos pasar esta nueva oportunidad y volvemos a las andadas. Así de sencillo y así de cierto. Pongámonos pues, a poner paz entre las partes, por muy difícil que nos parezca y no dejemos ningún resquicio abierto al odio o al enfrentamiento . Merece la pena y eta unanimidad hoy vivida nos anima a tener esperanza, es cuestión de seguir luchando, merece la pena.



Artículo publicado previamente en CatalunyaPress

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