lunes, 29 de abril de 2024 10:06
Opinión

¿AGONIZA REALMENTE ESPAÑA? (1)

Antonio Carlos Pereira Menaut
Antonio Carlos Pereira Menaut

Prof. de Derecho Constitucional, USC

Bandera Espana


Fernando Caro ha publicado recientemente en su interesante blog un artículo (“La Agonía de España”), que no tiene desperdicio. En forzada síntesis, y si no entendí mal, las principales causas serían el separatismo y la corrupción/cleptocracia. No seré yo quien le desautorice pero, aunque el terreno de la conjetura es resbaladizo, quisiera sugerir otra línea. Reconoceré, para empezar, que la clarividencia de Ortega y Gasset sigue siendo, para mí, fuente principal.


Cuando hay problemas serios, lo lógico parece localizar una o dos grandes causas, sean esas dos u otras, para explicarlo todo a partir de ahí. Pero la vida no es lógica, y estos problemas tienen muchas causas, y aunque quizá no las captemos todas, debemos tener la mente abierta y buscar las muchas causas en muchos sitios. Eso sucede a España hoy, y aquí lo reflejaremos (si podemos).


Yo diría que España no está en agonía sino más bien que, en sentido propio, no existiría ya, o sólo malamente (admito exagerar un poco; moderen ustedes); y ello por razones distintas del binomio separatismo-cleptocracia, los cuales sin duda pueden dañarla, pueden reducirla (España ya fue recortada en el pasado), pero no aniquilarla. Alemania es hoy mucho menor que en su día el Imperio Alemán; Austria, menor aun. Este “land alemán del sur, loco por hablar inglés”, como ironizan algunos (hay quien le llama “Expaña”, para distinguir), quizá ya no sea verdaderamente España; y ese problema no se arreglaría ni aunque toda Cataluña amaneciera mañana madridista.


Así que, mientras discutimos sobre separatismo y corrupción, la otra agonía (o enfermedad) sigue su marcha. ¿Qué agonía, y qué marcha? Pues, para empezar, y respondiendo con otra pregunta como buen galaico: ¿qué porcentaje de población vive en la mitad del territorio, el “corazón de España” (Castillas, Aragón, Extremadura)? Como el 14,5%, y disminuyendo. ¿Cuánta gente joven vive ahí? Imagínense. ¿Y qué parte del PIB suman todas ellas juntas? Como el 13%. ¿Qué futuro les espera (pregunta extensible a Galicia, Asturias o Cantabria)? Por ejemplo, León ha desaparecido, incluso legalmente, y camina hacia lo invisible en la educación y los medios. ¿Y la orgullosa Asturias, antes rica; “Asturias es España, y el resto, terreno conquistado a los moros”? Suena muy bien, pero ¿cuánto le importa eso a la España actual, y especialmente a Madrid, y especialmente al Palco del Bernabéu, que, según dicen, no sabe si hay “vida más allá de la M30”. Si España deja marchitarse a sus primeros reinos —Asturias y León, manantial de España—, si

abandona a su suerte al “corazón de España” —y todo ello sin pestañear, pues Madrid sigue creciendo—, saquen los patriotas españoles conclusiones. El 1,6 % del territorio —Madrid—, se encamina al 20% del PIB español y al 13 % de la población; y de población joven, mucho más. Su PIB per cápita es como el doble de Extremadura. La renta disponible en Pozuelo son unos 53.400 €, más de cinco veces superior al rural de Extremadura, y aumentando; una distancia más sudamericana que europea. Si los extremeños (u otros) siguen pensando que su problema es Cataluña, y que lo único que hay que hacer es cerrar filas con banderas españolas, adelante. Al final, y aun juzgada con criterios “españolistas”, resulta que España 2.0, o Expaña, o España-Madrid, o como deseen, se comporta de manera anti-española en los hechos. (No se sorprendan: algo así viene sucediendo, de cuando en cuando, desde los Borbones).


Para rastrear la real o supuesta agonía, cambiemos ahora de tercio, pues el problema tiene muchas caras. ¿Qué queda de la antropología y cultura españolas? Pues lo que quede en Colombia, México o Perú; no mucho más. ¿Quién hizo de España un rebaño sumiso y acrítico: el separatismo y la corrupción? No; el “Establishment”, cuya sucursal española está, básicamente, en Madrid. ¿Y qué se hizo de las costumbres españolas, las amistades españolas o las familias españolas? ¿Qué queda de la educación española y las universidades españolas, tras la anglosajonización académica, versión cutre, de Bolonia? Hasta la cervantina palabra “licenciado” ha cedido el paso al boloñés “graduado”. Y ¿quién ha sacrificado todo eso? Sólo hay una respuesta: los sucesivos gobiernos centrales.

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