viernes, 26 de abril de 2024 09:52
Editorial

COLOMBIA

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952


Colombia

Referéndum sobre el acuerdo de paz con las FARC en Colombia


Anda Colombia, nación hermana y amiga, mordiéndose las uñas sin saber si va haber paz o volverá la guerra y los asesinatos indiscriminados que han aterrorizado a miles de ciudadanos de uno y otro lado de la trinchera.


Mientras, la comunidad internacional aún no sale de su asombro por la tomadura de pelo a la que el presidente Santos sometió a dirigentes de medio mundo que acudieron a la solemne firma de Cartagena de Indias, pensando que allí se cerraba el círculo de terror abierto durante más de 50 años, pero que luego resultó fallido tras el referéndum de la pasada semana en el que triunfó el ‘no’ a la firma del acuerdo.


Como a mí me parece que no es lógico que un pueblo renuncie "porque sí" a vivir en paz --y mucho menos el colombiano, que ha pagado con su propia sangre el amargo sabor de la violencia--, cabe pensar que quienes han dicho ‘no’ al armisticio han visto en el texto que se discutió en la Cuba castrista durante tantos meses "algo imperfecto" que les impide ser generosos con sus adversarios armados. Y esa causa hay que buscarla y aclararla cuanto antes, dialogando y, sobre todo, diciendo la verdad sobre lo acordado, verdad que nunca es patrimonio de una sola parte.


Y así las cosas en la patria de Botero, nos conviene saber también al resto de ciudadanos del mundo lo que nos jugamos en este triste conflicto inacabado, ya que la mayor parte de la cocaína que se consume en la tierra se fabrica en el territorio que domina la guerrilla de las FARC, a cuyos dirigentes les cabe el dudoso honor de considerárseles los principales beneficiados de ese negocio delictivo que tantos miles de millones de dólares maneja y trae de cabeza a las principales policías del mundo porque los cárteles de la droga son poderosos y todos sabemos quién los protege.


Hace unos días, estuvo en Barcelona camino de Madrid y Nueva York la periodista venezolana Ludmila Vinogradoff para presentar su último libro "El ocaso de Chávez", que les recomiendo vivamente, ya que en el mismo la prestigiosa colega nos cuenta sin anclajes muchos de los secretos del dictador de Venezuela, con la maestría de quien ha entrevistado al personaje en más de 15 ocasiones y por ello sufre ahora en su país la vigilancia opresora del régimen de su sucesor, Nicolás Maduro


Pues bien, a Ludmila en la agradable comida que mantuvimos con ella y su esposo Álex, un eminente biólogo que conoce mejor que nadie al "podemita" Monedero de sus tiempos como asesor del régimen bolivariano, le pregunté, precisamente, por el tema de la droga colombiana y sobre la posible ubicación futura de "los laboratorios" de los narcos. 


Y de esa extensa y provechosa charla salió la sospecha de que las miles de hectáreas que Chávez y los suyos habían expropiado contra la voluntad de sus legítimos propietarios en dos de las provincias limítrofes de la frontera entre Colombia y Venezuela podría ir a parar a esa "desgracia mundial" si nadie loremedia. De momento, se sabe ya que la esposa del "guerrillero" Timochenko, el jefe de las FARC, es la dueña de una de las más extensas y que la señora se deja ver en público sin ningún temor ni rubor desde hace más de un año, algo que muchos propietarios locales no pueden hacer con la misma tranquilidad que ella. Como decimos por estos pagos: blanco y en botella, leche.


Otro dato para que se vayan a comprar el libro de Ludmila Vinogradoff, este sobre el verdadero amor secreto de Chávez, que ahora mismo se refugia con la hija de ambos en Portugal. Tan solo unas líneas para que ustedes se sitúen:


Nidia Fajardo es una aeromoza morena de cabellera larga y oscura que logró un espacio en el corazón de Hugo Chávez a punta de discreción y paciencia... Fue su azafata personal, la que lo acompañó a la sombra en sus numerosos viajes alrededor del mundo, visitando 180 países durante 14 años, y con la que tuvo una relación sentimental oculta.


¡Qué no sabrá pues esta señora sobre las conversaciones más secretas de Hugo Chávez, si viajó en su mismo avión, durmió con él y le acompañó incluso en su lecho de muerte!


Así se escribe la historia, como también se ha hecho en este fallido acuerdo de Cartagena, que necesita del conocimiento público de la verdad de la otra parte que ha escondido al mundo el actual presidente de Colombia. Ojalá que los que dirigen a los colombianos desde el Gobierno –y también desde la oposición-- estén aun a tiempo de corregir el error cometido y firmar juntos el verdadero acuerdo de paz que una a las tres partes todavía en conflicto.


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