La muerte del expresidente Pepe Mújica hace unos días ha suscitado miles de opiniones: de mandatarios de medio mundo, de gente anónima y de los que se hacen llamar amigos suyos, que aprovechan la ocasión para publicar en X algunas de las fotos que hicieron en su día con el expresidente uruguayo. Un ejemplo de honestidad, entrega y ética para la clase política, para todo el mundo.
Muchos han sido los comentarios, todos favorables sobre la persona y el político. Uno de ellos, el del expresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, “retirado” de la política, metido a empresario “de comunicación”, copropietario de un bar, inversionista en México. Y, sobre todo, mago de las finanzas. Ha triplicado su patrimonio desde que llegó a la política y promocionó a su pareja para copar el poder de su partido. Y ya se sabe que, para muchos, poder es dinero. Su texto en X, por cierto, acompañado de una foto con Mújica, dice: “Nos deja el guerrillero, el presidente, el compañero, el referente ético, la buena persona… Hasta siempre”. Estas palabras me han indignado, porque eso de “compañero” y “referente ético” demuestra que no ha aprendido nada de él: entró pobre a la presidencia del gobierno, donó buena parte de su salario, y salió del gobierno y de la política con la misma casa, el mismo coche y la misma mujer con la que llegó a ella, lleno de ilusión y múltiples planes para mejorar la vida de las personas, de su pueblo.
Pablo Iglesias ha hecho todo lo contrario: no ha donado ni un euro de sus salarios. ¿Tampoco la cuota a su partido, que es obligatoria? Y eso que entre su sueldo y el de su compañera de vida y partido, la cantidad que entraba y sigue entrando es muy importante. ¿Dónde ha quedado la promesa de rebajarse los sueldos? Como cantaba Karina, en el baúl de los recuerdos. La gran sorpresa fue cuando pasó de vivir en un piso en un barrio “obrero” a un casoplón con piscina incluida en un barrio residencial y de propiedad, no de alquiler. Ahí le llovieron las críticas, pero hizo oídos sordos. Los dineros siguieron entrando y la vida de millonario se hizo evidente. Solo la vestimenta de Pablo Iglesias quería demostrar que seguía siendo el mismo, pero no. Dice un refrán popular que “hombre muy parlero, no escapa de embustero”.
En cambio, Irene Montero pasó por asesores, estilistas y cambió su manera de vestir: era ministra y tocaba cambiar la imagen y competir con su hasta entonces compañera de partido, Yolanda Díaz, que había dejado los pantalones tejanos y su vestimenta de abogada laboralista por otra más acorde con el cargo. Se ha convertido en una “pija”, como la definen ahora. Todo cambia cuando aparecen juntos don Poder y don Dinero…
Pablo Iglesias, el macho alfa, el personaje con un piquito de oro, no se acostumbraba a ser solo un profesor de universidad, dar clases y pasar desapercibido. Así que, después de unos meses —pocos, por cierto— desaparecido, volvió a la carga con varios proyectos y se ha convertido en “un empresario de éxito y un mago de las finanzas con el dinero de los demás”, esos que aún se lo creen. El penúltimo proyecto ha sido pedir dinero para cambiar el bar que puso en funcionamiento y que se le ha quedado pequeño. Hasta ahora ha conseguido más de 140.000 euros, que no son pocos. Necesita algo más para cumplir su “sueño” de crear un espacio cultural “antifascista”. Como se puede comprobar, él no arriesga ni un solo euro: lo hace con los dineros de los demás, mientras en su casa siguen entrando dos buenos sueldos. Cuando alguien monta un negocio, si no dispone de dinero, pide un crédito; él lo tiene muy fácil: pide donativos, y los "paganinis", a cambio, reciben una carta dándoles las gracias. ¿Repartirá las ganancias entre esas personas que han aportado capital? No, porque son donativos. ¿Hacienda pedirá cuentas a Pablo Iglesias por ese dinero? Porque debe cotizar, ya que su taberna Garibaldi no es una entidad social… ¿o sí?
Pablo Iglesias, el charlatán que quiere ser filósofo y salvador del mundo, se ha ido a México. Después irá a otros países para que la gente conozca la verdad de la información, porque allí (como aquí también, dice él) la derecha copa todos los medios de comunicación y los periodistas están comprados. Solo él es el poseedor de la verdad. Decía Catón el Censor: “No pierdas el tiempo en discutir con los estúpidos y los charlatanes: la palabra la tienen todos, el buen juicio solo unos pocos”.
No hace mucho tiempo leía unas declaraciones del hijo de Fernando Múgica, José María Múgica —asesinado por ETA—, que decía sobre Pablo Iglesias: “Pablo Iglesias es un ‘fascista’ en la acepción de George Orwell, el autor de la novela 1984: un fascista es un matón, y Pablo Iglesias tiene trienios de matón”. Desde que hacía escraches a responsables políticos que no pensaban como él, hasta que venía al País Vasco a confraternizar con sus amigos de Herri Batasuna, y al que no se le vio nunca combatiendo el terrorismo. Pablo Iglesias es un perfecto fascista en esa acepción. Y apela Múgica a la izquierda democrática a combatir el populismo totalitario. Una definición que le viene muy bien a Iglesias. Escribía Catón el Joven: “No pierdas el tiempo en discutir con los estúpidos y los charlatanes: la palabra la tienen todos, el buen juicio solo unos pocos”.
La coherencia es practicar lo que se predica, y en el lince del dinero que financia sus negocios con el dinero de los demás, ética y coherencia no es que tenga mucha.
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