Este lunes no es un día cualquiera: es una jornada en la que todos sienten que la esperanza ha vuelto al mundo, especialmente a Gaza e Israel. La declaración del alto el fuego hace solo unos días, tras el acuerdo alcanzado, ha hecho posible que Hamás entregue a las 20 personas que tenía retenidas y los cadáveres de otras 28 personas más. Israel, a cambio, ha dejado libres a más de 1.700 presos que tenía; la mayoría de ellos habían sido detenidos durante la invasión, y otros llevaban años en cárceles de Israel.
Con este intercambio, llevado a cabo por la mañana, se ponía fin al sufrimiento de los rehenes y de los prisioneros. El intercambio, esperado por ambos bandos, ha hecho que las calles de Tel Aviv estuvieran más desiertas que otros días. La gente o se había concentrado en la Plaza de los Rehenes para celebrar la liberación, o se había quedado en casa viendo la televisión y siguiendo la llegada de sus compatriotas después de este tiempo privados de libertad.
Mientras, en la parte palestina, centenares de familias se reunían en Ramala y en la ciudad gazatí de Jan Yunis, esperando a los liberados en ese intercambio entre Israel y Hamás. No todos los presos liberados han llegado a estas dos ciudades, ya que más de un centenar de ellos —los que Israel considera más “conflictivos”— han sido deportados a terceros países, lo que significa que no podrán reunirse con sus familias.
Esta operación de intercambio ha cumplido el primer acuerdo del Plan de Paz, que se había negociado hace pocos días y que este lunes por la tarde se firmaba en Egipto, donde los líderes mundiales participaron en la cumbre. El acto se inició con cuatro horas de retraso debido a que el presidente de EE. UU., Donald Trump, había alargado su estancia en Israel.
La firma corrió a cargo del propio presidente Trump; del presidente egipcio, Abdel Fattah el-Sisi; del emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani; y del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan: los países que han estado directamente implicados en las negociaciones para llegar a un acuerdo que pusiera fin a la guerra en Gaza.
Decía Lope de Vega: “Más vale pobreza en paz que en guerra mísera riqueza.”
Mirando lo que ha sido la lucha por los rehenes y los desastres y calamidades sucedidas en Gaza, se perciben las dos caras de una misma moneda. Con el paso de los días se olvidará el problema de los rehenes —ya están en casa—, y el foco se centrará en Gaza: su rehabilitación, lenta, desescombrar y comprobar lo que se esconde bajo los restos. Será una tortura diaria para las personas que lo han perdido todo y tienen que empezar de nuevo desde menos cero.
La inquietud de los palestinos sigue ahí. Con la vuelta de los rehenes a sus casas, ¿Netanyahu respetará los acuerdos o solo es una tregua corta? Es significativo que el primer ministro israelí no haya estado presente en la firma del acuerdo de paz, donde sí estaba el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás.
Quizás la ausencia de Netanyahu se deba a que Donald Trump, la estrella de la cumbre, arropado por líderes mundiales, representa un aviso de que Gaza ya no está bajo su autoridad exclusiva. La guerra ha terminado, como insiste Trump, y es el momento en que otros tomarán el control bajo la “dirección” de Estados Unidos, que se rodeará de aquellas personas que le puedan ser más útiles.
Hay que reconocerle a Trump el papel importante que ha tenido al obligar a Netanyahu a aceptar el tratado de paz. Algo bueno ha hecho esta vez. ¿El precio? Lo sabremos.
Lo importante ahora, este lunes en concreto, es que es tiempo de celebración, porque la guerra ha terminado. Tiempo habrá para seguir analizando todo lo sucedido y pedir responsabilidades tanto a Hamás —por haber matado a 1.195 personas judías, un crimen que no tiene justificación alguna— como a Netanyahu, por los 63.000 asesinatos de palestinos. Pero tiempo habrá para llegar a ese punto.
Ahora toca celebrar el fin de la guerra, el intercambio de prisioneros, la reconstrucción de Gaza y ayudar a la recuperación de un país que ha sabido sobrevivir con dignidad y que ha sido capaz de hacer salir a su gente a las calles.
Escribe tu comentario