Decía el escritor y premio Nobel Camilo José Cela que “en España, el que resiste, gana”. Hay pruebas de ello a lo largo de la historia que así lo demuestran. También es cierto un refrán: “No hay mal que cien años dura, ni cuerpo que lo resista”. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está decidido a aplicarse la frase del escritor gallego, que de resistencia sabía mucho y de buen vivir, más.
Escuchado el balance del año (adelantado unos días) del presidente Sánchez, con alguna reserva, ha dejado bien claro que no piensa dimitir, ni convocar elecciones, ni hacer “cambios” en su Gobierno. Solo los imprescindibles, porque esas personas van a encabezar una lista electoral en las autonómicas. Es el caso de Pilar Alegría, quien este martes se despedía como ministra de Educación y portavoz del Gobierno.
El presidente del Gobierno, en su comparecencia, intentaba demuestrar que está en plena forma, pero no. Iniciaba su intervención hablando de los dos temas que están marcando a su Gobierno y al PSOE: de presunto acoso sexual que están salpicando de lleno a su partido estos días,y de la corrupción de la que no es ajena. Del primero ha querido dejar claro que “el compromiso del Gobierno con el feminismo es absoluto”, aunque reconoce los errores cometidos, pero apostilla “como todos”, para terminar sobre este tema afirmando que los avances en materia de igualdad se han logrado con gobiernos progresistas (se cambia gobiernos de izquierdas por progresistas). Lo que no ha explicado es la tardanza y la falta de respuesta en los casos que ya se conocen.
El segundo, la corrupción. Sánchez decía que “el Gobierno y mi partido han actuado con contundencia, con transparencia y no con opacidad”. Y podemos añadirle que de manera muy lenta y con la sospecha de que es poco creíble que todos los “compañeros” que le han ayudado y acompañado en su triunfo para hacerse con la secretaría general del PSOE (control también del partido) estén siendo investigados: algunos han pisado la cárcel y otros aún están. Que dos secretarios de organización (sala de máquinas de una organización) estén imputados en casos de corrupción dice bien poco de él. O tiene problemas con la vista, no se enteraba de lo que hacían, o sencillamente ha mirado para otro lado.
Sánchez tiene una flor donde termina la espalda, así se ha visto a lo largo de su mandato: sale de todos los líos, aunque este es gordo. Los partidos que le dan apoyo desde fuera lo seguirán haciendo por miedo a que gobierne el PP y entre en el Ejecutivo la ultraderecha de Vox. Así lo han manifestado.
Hace pocos días, Otegi estuvo en Bruselas para hablar con Carles Puigdemont. El motivo no era otro que pedirle que baje el tono contra el Gobierno. Que las cosas no están como para tirar cohetes. Que el Gobierno está haciendo lo imposible para que se cumplan los pactos con Junts y, especialmente, ayudar en su vuelta.
Mientras que Sumar, que forma parte del Gobierno, con Yolanda Díaz de portavoz “inmediata”, no le faltó tiempo (está muy nerviosa) para decirle al presidente que debía llevar a cabo una remodelación “profunda” del Gobierno para seguir en él. Creo que fue un calentón, porque algunos miembros de la coalición, como Enrique Santiago, la desautorizaban: no se van del Gobierno, faltaría más. Hay que resistir como sea.
¿Por qué el presidente del Gobierno quiere seguir en Moncloa? ¿Y por qué Feijóo tiene tanta prisa en que convoque elecciones? Lo viene pidiendo desde un día después de que se celebraran las anteriores. Es muy sencillo: 2026 no será un buen año para el PP, porque varios dirigentes del partido pasarán por el banquillo después de años de investigación. Son los casos Lezo, Kitchen y Gürtel. Estarán en los medios de comunicación a partir del mes de mayo y las cosas pintan mal. Mientras que Sánchez piensa que eso le beneficia. Feijóo se tendrá que tragar la corrupción de su partido. Sánchez no tiene prisa y Feijóo sí, teniendo en cuenta que en estos momentos las encuestas les dan buenos resultados: es la ocasión de acudir a las urnas antes de que estallen las bombas de los juicios. Mientras que el “Gobierno progresista” debe pensar que “año que pasa, año que se gana”. Así están las cosas en este momento, lo que no significa que dentro de unos días no se produzca un giro de 360 grados.
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