Según la agencia de Naciones Unidas, durante el primer trimestre del 2017 se ha recurrido a un total de 27 niños para cometer atentados, frente a los nueve que se usaron durante este mismo periodo el año anterior.
La esperanza es lo último que se pierde. Con esa ilusión van sucediendo los días esperando que se cumplan los deseos o que el tiempo, verdadero marcador de nuestras vidas, nos haga más llevadera la decepción que nos invade por el sueño no cumplido.
Más de un millón de niños no pueden proseguir con su educación en Nigeria y países vecinos como Camerún, Níger o Chad por la violencia asociada al grupo terrorista Boko Haram, según un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).