El filósofo madrileño Ortega y Gasset conocía perfectamente los entresijos de amor-odio del binomio España-Catalunya y que, aunque opinara de parte, había formado su criterio con conocimiento de causa.
"Yo tengo una esperanza, quizá una esperanza cómica y quimérica, la de que el lector español de dentro de treinta o cuarenta años, que tenga una sensibilidad menos amanerada que el de hoy y que lea mis libros, me apreciará más y me desdeñará más”