viernes, 19 de abril de 2024 21:31
Opinión

EL INTERÉS DE LOS AJUSTES DE CUENTAS

Miquel Escudero
Miquel Escudero

Xavier Pericay, uno de los quince intelectuales catalanes que dio origen a Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, es filólogo, profesor y escritor. No obstante, no fue hasta 2015 que ‘entró’ en política para ser el candidato de Cs para presidir el Gobierno balear. Durante cuatro años ha sido diputado de ese Parlamento autonómico. El año pasado renunció a sus cargos políticos en dicho partido, incluido el de miembro del Comité Ejecutivo. Lo hizo con amargura, dolido por el fuego amigo recibido. Continuó pagando su cuota de militante. Hace unos meses publicó un libro donde refiere su experiencia de una temporada en política, y donde alivia su ira y su tristeza: ‘¡Vamos?’ (Ed. Sloper).


Someterse a la disciplina de un partido político implica una exposición y un riesgo, un modo de complicarse la vida, perder libertad y regresar en cierto modo, dice, a los tiempos escolares. Pericay se sabe un intelectual discreto y sutil, sus antenas no tardaron en captar, a su alrededor, un automático recelo a la mínima observación crítica que formulara; incluso era posible negar lo evidente. Más allá de los mandamases, hay militantes bienintencionados: “gente honesta y voluntariosa que sacaba el tiempo de donde no lo había para echar una mano” o cargos políticos que, con vocación de servicio, renuncian al disfrute de algunos privilegios.


Xavier pericay cudadanos


El sueño de un partido para la ciudadanía era razonable, y suponía una contribución al restablecimiento de la realidad. Pero se acabó imponiendo la actitud de negar la evidencia sin pestañear. Rivera (objeto de culto, y con un “ensimismamiento rayando en el endiosamiento”) recomendaba que todos hicieran como él, confiaran en el comité electoral y obedecieran a cuanto indicasen los responsables. La demoscopia era la bola de cristal que regía la conducta a seguir. “No había sitio para los descreídos, pero tampoco para los agnósticos; sólo cabían los fieles”.


Cuenta Pericay sus reiterados sentimientos de traición dentro de la organización regional, donde pelotas y trepas exentos de modales y respeto prosperaban y acabaron por desplazarle. Al aportar abundantes detalles de tales personajillos y situaciones, el escrito pasa a convertirse en un ajuste de cuentas y entonces, a mi juicio, se desaprovecha y pierde todo interés para mí; quizá sólo lo tenga para los involucrados.

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