miércoles, 24 de abril de 2024 11:42
Opinión

JORDI LLOPART, OTRO JUGUETE ROTO

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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Este miércoles nos llegaba la noticia de la muerte de Jordi Llopart, el primer atleta español que había conseguido una medalla en unos juegos olímpicos. Fue en Moscú 1980, donde se hizo con la medalla de plata en los 50 kms marcha, un deporte casi desconocido para la gran mayoría del público. Después vinieron otros triunfos, siempre en 50 kms.


Junto a su eterno rival, Josep Marín, fueron los pioneros de la marcha de una disciplina que ha proporcionado grandes alegrías al deporte español.


El atleta español Jordi Llopart


Llopart gozó en su día del reconocimiento del deporte y de los aficionados a la marcha. Se retiró en 1992 al no conseguir la marca para poder participar en los juegos olímpicos Barcelona, que tanta ilusión le hacía. El deporte es así. Sin embargo, no dejó el mundo de la marcha, ya que estuvo unos años como entrenador de figuras como Daniel Plaza-también, pratense como él; o Jesús García Bragado, entre otros. Esos años fueron muy importantes para Llopart. Después llegó la cuesta abajo de un gran atleta, una buena persona que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás


Conocí a Jordi cuando aún participaba en competiciones, nunca puso pegas a ser entrevistado. Es más, todo eran facilidades. Cuando se le invitaba a participar en cualquier acto solidario, allí estaba él. No hacía falta convencerlo, siempre decía que sí. Pasaron los años, las cosas a nivel profesional no le fueron bien, y como suele pasar en este país, los que han dado días de gloria y alegrías, acaban tirados cuando dejan de conseguir más medallas. Son los juguetes rotos que se dejan caer sin que nadie les eche una mano. Es la gran vergüenza de un país “avanzado”.


Jordi Llopart ya había manifestado en varias ocasiones que en Catalunya le había puesto la cruz tras la consecución de su medalla de plata en Moscú, donde le ofreció a España su triunfo. “A quien se lo voy a ofrecer sino, pues yo iba representado a España”, llegó a declarar. Fue en ese momento cuando los puristas de una Catalunya provinciana y excluyente consideraron que no era de los suyos. Se notó porque nadie se preocupó de él. Tampoco el consistorio de su ciudad natal, el Prat, de la que tan orgulloso se sentía.


Con 68 ha muerto un marchador que ha triunfado en el deporte, pero después de dejarlo, no ha tenido una vida fácil. Ha sobrevivido en los últimos años con una pensión de 426 euros y se sentía abandonado por todos aquellos que le utilizaron. Tal era su penuria económica que cuando el Comité Olímpico le invitó a un homenaje le tuvieron que comprar un traje porque no tenía ninguno en su armario.


Este es un país donde se sube a los altares a las deportivas que triunfan, pero cuando dejan la competición, los dejan caer en el fango. Llopart no es el único que ha sufrido este trato. Hace un año tuvimos el trágico ejemplo de Blanca Fernández Ocho, la mejor esquiadora que ha tenido este país, que terminó sus días suicidándose por sentirse abandonada y no haber conseguido un empleo para vivir con la dignidad que cualquier ser humano se merece. En el caso de los deportistas que han conseguido triunfar y dejar el nombre de su país bien alto, no merecen terminar sus vidas de esta manera.


Jordi Llopart no se merecía vivir con 426 euros, ¿A alguien se le cae la cara de vergüenza? Aunque para que eso suceda, primero hay que tener vergüenza….


No se puede consentir que haya más juguetes rotos. 


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