viernes, 29 de marzo de 2024 07:07
Opinión

UNA HISTORIA HECHA A MEDIDA

Joan Ferran
Joan Ferran

Diré el pecado pero no el pecador. No es necesario. Empiezo a estar un poco cansado de la manipulación de la historia, de la atribución generosa de acciones heroicas unos, del silencio malintencionado hacia otros.

Diré el pecado pero no el pecador. No es necesario. Empiezo a estar un poco cansado de la manipulación de la historia, de la atribución generosa de acciones heroicas unos, del silencio malintencionado hacia otros. De un tiempo a esta parte asistimos a una versión del pasado que, en mi opinión, obvia muchas cosas que sucedieron. Sospecho que quieren hacernos una historia a medida. Nos quieren acostumbrar a la loa de los antepasados de determinadas formaciones políticas -sobre todo de las todavía son activas en el país- y al olvido de otros que tuvieron un fuerte protagonismo pero decaiga. Sí, el criterio de los nuevos censores es el siguiente: las formaciones e ideas que a ojos de hoy no sean 'políticamente correctos' mejor marginarlas. Esta discriminación se refleja a menudo mediante un tratamiento exquisito, y reverencial, hacia políticos y partidos (permítanme la expresión) del establishment republicano burgués, y el olvido de los demás. Me explicaré. Mi mal humor, digamos histórico, se desató hace pocos días cuando, en el transcurso de una tertulia / polémica televisiva, un independentista de derechas manipuló sin rubor la figura y el pensamiento de Salvador Segui, El Noi del Sucre, para rebatir a sus contrincantes. El hecho no pasa de la anécdota pero hace pensar. Si además de la condena al olvido, añadimos una utilización sin escrúpulos de personas y pensamientos a años luz, ideológicamente hablando, la tergiversación del pasado puede convertirse en perversa. Ante situaciones de este tipo la ignorancia es peligrosa; el silencio, a menudo, tendencioso y culpable.

De un tiempo a esta parte algunas publicaciones, de pretendida divulgación histórica, hacen hincapié sólo sobre personalidades políticas e históricas ideológicamente homologables con otras actuales. Tan es así que parece que en la vida de este país sólo existan, por ejemplo, los acontecimientos de 1714, la política institucional de la Generalitat Republicana y el "pujolismo". Error. Estos 'divulgadores' nos quieren ocultar, por ejemplo, que el 19 de julio de 1936 la rebelión militar fue sofocada por la actuación decidida de los trabajadores en armas organizados en sus sindicatos de clase. Muchos de estos 'revisionistas' han pretendido o pretenden desdibujar la energía del proletariado catalán, tan el retén como el frente. Se tiene la impresión de que, por algunos, la lucha revolucionaria de los obreros durante los inicios del siglo XX es un estorbo para la construcción de su relato, por su justificación del presente. Mientras 1934 algunos, como el consejero de gobernación José Dencás, huían por las alcantarillas de la Generalitat y marchaban al exilio otros - como los Ascaso o Bonaventura Durruti- ya intuían que la muerte los esperaba en combate defendiendo la legalidad republicana.

A cada uno lo que le corresponde, de acuerdo. Pero el silencio urdimbre ante determinadas personalidades, sindicatos y partidos se fuerza anómalo. Muchos de los que hoy se atreven a mencionar frívolamente en 'El Noi del Sucre', Joan Peiró, Ángel Pestaña, Teresa Claramunt y, incluso a Pi Margall, deberían pensárselo dos veces antes de hablar. Todo el mundo sabe quiénes son los "amigos" del pueblo y quién no lo es tanto. Sospechar sobre los silencios históricos empieza a ser habitual en este país.

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