CAC: LICENCIA PARA MATAR

Algunos, hace unos cuantos años, creímos ingenuamente en la viabilidad de una radio y televisión públicas desgubernamentalizadas, plurales y profesionales. También pensamos que con la reforma y fortalecimiento del Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC) este organismo se convertiría en un organismo de control y adjudicación de licencias fuera de toda sospecha de manipulación partidista.

Algunos, hace unos cuantos años, creímos ingenuamente en la viabilidad de una radio y televisión públicas desgubernamentalizadas, plurales y profesionales. También pensamos que con la reforma y fortalecimiento del Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC) este organismo se convertiría en un organismo de control y adjudicación de licencias fuera de toda sospecha de manipulación partidista. Pues bien, de todas aquellas creencias y voluntades, nada de nada. El CAC se ha convertido en una correa de transmisión de las voluntades políticas del gobierno catalán y de CiU. Y se ha convertido en eso, tanto en el terreno del análisis de contenidos y programas, como en el de la adjudicación de licencias. Una correlación de fuerzas en el seno del CAC favorable a los deseos del gobierno y la ayuda de un presidente, Roger Loppacher, adicto vicioso en el uso del voto de calidad, permiten todo tipo de manipulación. Lo sabe todo el mundo, pese a la oposición de una minoría, el CAC hace y deshace a capricho del consejero Homs.

Hace un par de días el CAC ha adjudicado 22 licencias de radio. Casi un 40% (9) de las mismas ha ido a parar a la galaxia del Grupo Godó. No contentos con ello, y para remachar el clavo, el resto (6) han sido adjudicadas a empresas vinculadas al comisario del Tricentenario -Miki moto-, y un par más en Radio Tele-Taxi. Después de contemplar este reparto "tan equitativo y plural" uno puede tener la impresión de que son el premio a servicios prestados en el pasado y forman parte de alguna promesa de cara al futuro. Permítanme el símil con los títulos de las películas de James Bond. El CAC ha concedido licencias para matar. Sí, para matar la libre concurrencia, el ejercicio del pluralismo, la crítica y la objetividad. A la vista de este reparto, ¿quién puede creer hoy en la imparcialidad del CAC?

¿Ahora bien, en un país tan trastornado como el nuestro que ha visto como el patriarca ha devenido capo de tutti capi ', quién prestará atención a la última "piratada" del CAC?