Una fuerza interior recorre las calles de la ciudad. Es la fuerza que se alimenta del enojo y el malestar, una fuerza que se multiplica y estalla cuando, después de años y años, el ciudadano se da cuenta de que 'su' ciudad se le escapa de las manos y de la memoria, cuando echa de menos lo que fue su barrio y teme lo que viene.
Una fuerza interior recorre las calles de la ciudad. Es la fuerza que se alimenta del enojo y el malestar, una fuerza que se multiplica y estalla cuando, después de años y años, el ciudadano se da cuenta de que 'su' ciudad se le escapa de las manos y de la memoria, cuando echa de menos lo que fue su barrio y teme lo que viene. La Barceloneta tiene miedo de dejar de ser ella misma y clama por una paz cívica respetuosa con la gente. La fuerza interior que recorre las calles de la ciudad ha aflorado, lucha y se manifiesta en el barrio de la Barceloneta pero todo el mundo sabe que se extenderá por todo. La inoperancia de los gestores municipales con sus vacilaciones, contradicciones y falta de norte lo harán inevitable. En la Casa grande todo es improvisación...
Esta pasada primavera tuve el placer de asistir a la presentación de una tesis doctoral sobre la historia del movimiento vecinal barcelonés y metropolitano, que llevaba por título: "El movimiento ciudadano y la transición en Barcelona: la FAVB (1972-1986) ". El ponente de la misma era Marc Andreu, un periodista de probada solvencia profesional especializado en temas de sociología urbana y movimientos sociales. La presentación fue bastante interesante. Entre el público se encontraban dirigentes vecinales de todas las épocas y algunos concejales y altos cargos municipales en activo. Y fue precisamente en este encuentro en el que un representante municipal se dirigió a mí y, con media sonrisa me dijo: "¿Cuánta nostalgia, los tiempos han cambiado y eso ...". Mi respuesta fue tan fulminante como lacónica. Le dije: "Guadiana, chico, Guadiana". El personaje me miró con perplejidad sin llegar a comprender bien la palabra que le había espetado. No sé si entendió el mensaje o no. Antes, en la escuela nos explicaban que había un río en el sur de España que desaparecía bajo tierra y emergía de nuevo en un lugar que se llamaba los Ojos del Guadiana. Pues bien. Las aguas filtradas de los nuevos movimientos ciudadanos han salido a la superficie. El barrio de la Barceloneta es una prueba, los barrios que vendrán serán la constatación de una fuerza interior que recorre la ciudad y quiere manifestarse. Es una fuerza que se rebela cuando la ciudad se siente herida. Y eso, amigos míos, no es un rifirrafe entre viejas castas y aspirantes a casta, es una fuerza interior que llama: ¡Vecinos de Barcelona, uníos!
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