A algunos les gustaría ver al PSC muerto, fuera de combate, expulsado de la vida pública catalana. No lo conseguirán. Es cierto que en el viaje al futuro la familia socialista pasa por un momento de turbulencias, y que no acaba de acertar qué hacer y cómo hacerlo.
A algunos les gustaría ver al PSC muerto, fuera de combate, expulsado de la vida pública catalana. No lo conseguirán. Es cierto que en el viaje al futuro la familia socialista pasa por un momento de turbulencias, y que no acaba de acertar qué hacer y cómo hacerlo. Es cierto también que se han producido durante estos días movimientos y propuestas poco acertados y, quizás, un poco forzados. De acuerdo. Y qué? Todo movimiento político y partido pasa sus momentos de dudas y desaciertos ante los retos cotidianos. Quien esté limpio de contratiempos que tire la primera piedra. Algunos de estos que desean la muerte inmediata del PSC lo escriben en grandes titulares y nos dicen qué debemos hacer para ser políticamente y nacionalmente correctos. Patético. Estábamos acostumbrados a convivir con los dispensadores de catalanidad pero ahora todo parece indicar que tendremos que hacer lo mismo con los dispensadores de idoneidad política. ¡Eh! Que nadie crea que niego la libertad de opinión o de expresión. ¡Nada de eso! Simplemente desconfío de los consejos de aquellos que no han sido nunca ni querrán ser nunca amigos, de aquellos que magnifican nuestros problemas -a menudo reales- pero ponen sordina o minimizan el tema cuando apuntamos soluciones. ¿Qué credibilidad puede tener un 'opinador' que hace cuatro días demonizaba a Pere Navarro y ahora lo glosa?
El PSC conseguirá salir adelante. Más pronto que tarde sabrá encontrar la fórmula para asumir los retos que están tan cerca. Aquellos que desean su extinción magnificarán y darán espacio a las voces más críticas, negando el pan y la sal a las otras. Más de uno seguirá con su particular cruzada consistente en tachar el socialismo catalán de anticuado, sucursalista o pusilánime. Todo esto sucederá y sabíamos que sucedería. Sabemos también que el calendario político nos es adverso. Y que puede convertirse envenenado también para otras formaciones políticas.
Alguien decía que el PSC ya no es lo que fue. No lo discuto, pero hoy en Catalunya nada es lo que era. Los nostálgicos de la ambigüedad que todo se lo comía deben saber que era necesario, y lo sigue siendo, marcar posición y defender lo que nos es propio y consustancial. Federalismo, justicia social y democracia han sido los parámetros políticos adoptados y asumidos por la mayoría del PSC. Sobre ellos hay que rehabilitar el edificio y construir una nueva oferta política creíble y útil, sobre todo útil. Jugar a hacer un panegírico de la renovación generacional como un valor en sí misma creo que es un error. Los mejores equipos de dirección política son los multigeneracionales, los que combinan juventud y experiencia y, sobre todo, hacen exigencia de solvencia y capacidad de liderazgo.
Sí, el PSC vuela sobre turbulencias, ¿y qué? Conseguirá salir. Su nave está construida con los argumentos del socialismo democrático y esta corriente de pensamiento ha dado fe, a lo largo de la historia, de su capacidad de reaccionar positivamente ante la adversidad. Formar parte de una corriente de pensamiento a nivel mundial no es cualquier cosa, caminar federados con el socialismo español es un gran qué.
Rencillas internas, egos, pugnas por el poder y la gloria seguirán habiendo, como hay en todo colectivo humano pero, por encima de las dificultades, mientras haya un grupo de hombres y mujeres dispuestos a trabajar dentro de los parámetros antes expuestos habrá PSC. Que nadie piense que minimizo los problemas, al contrario, pero estoy seguro de que tenemos gente y la energía suficiente para coger de nuevo impulso y trabajar en beneficio de los humanos. El PSC está dispuesto a hacer mella y pedir de nuevo su oportunidad. La hora 'I' es aquí.
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