viernes, 19 de abril de 2024 16:36
Opinión

SERRAT

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Muchos de nosotros hemos crecido saboreando la música de Joan Manuel Serrat, el mito catalán que plantó a la televisión española de Franco y que se autoexilió a Latinoamérica donde de la admiración por su desigualdad peleó contra la Dictadura y pasó a ser la referencia inequívoca de la libertad y la democracia.


Recuerdo, cuando a mis 19 años recién llegado de España descubrí como era venerado por todas las televisiones del continente latino y buscado afanosamente por los líderes democráticos de la región para que les apoyara o simplemente les dejara un mensaje de amigo.


Serrat, siempre ha amado y defendido Catalunya, su idioma y su música en los lugares más lejanos de aquellos países en plena ebullición. Doy fe de ello, porque lo presencié y disfruté en tiempo real. Guardo como un tesoro una grabación suya en México en la que habla de Catalunya, de "su catalunya" con un talento y un fervor inteligente que pocos de sus compañeros de profesión han sabido hacer, incluido Llach, por supuesto.


Es, como Pau Casals, un catalán universal. Un genio tolerante que, sin proponérselo, ha eliminado hace muchos años la frontera que ahora se pretende levantar entre españoles y catalanes. Vds. seguramente no saben cómo suena la voz de Serrat en una noche de verano en la Plaza de la Quintana de Santiago de Compostela. Es lo más parecido a la perfección hecha música. Te sientes en otra dimensión. Por eso, no conozco a nadie en la península ibérica que no ame a Catalunya a través de la música de Serrat.


El haberse asociado a Sabina, a Víctor Manuel, o a Pablo Milanés le ha conferido la categoría de mito viviente, al haber sabido casar su música con la de gente tan diversa y con tanto talento.


Personalmente me convertí en serratista por haberlo escuchado, primero, fuera de Catalunya y luego, por mis vivencias profesionales en la radio con Salvador Escamilla, quien me adoctrinó sobre Serrat tanto y tan bien en aquella vieja Radio Miramar, que me ha inmunizado contra sus detractores para siempre.


Si ahora Catalunya renegara de Serrat, sería de una torpeza imperdonable, ya que, inmediatamente lo adoptarían, como ejemplo a seguir, millones de seguidores que tiene en todo el mundo. Sería una estupidez tan grande como la de creerse que nacer catalán es considerarse un ser superior al que los demás españoles roban y coartan su libertad. Los que ahora eligen ese camino y cubren de insultos a Serrat en la red, acabarán destrozando este país maravilloso a costa de que unos pocos sigan gobernándolo, que al final solo saben hacer una cosa: vivir a cuerpo de rey de cobrar el maldito 3%.

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