martes, 23 de abril de 2024 17:45
Editorial

LA FIESTA NACIONAL

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Pablo iglesias 3

La banda de Pablo Iglesias ha puesto encima de la mesa lo de la celebración del 12 de octubre. En Galicia, mis compatriotas lo tienen claro: el 25 de julio, que es también el Día del Apóstol, al que nadie, ni los ateos ni los agnósticos, le discutimos la fecha; porque, entre otras cosas, es la disculpa que acerca por el camino francés o el de la plata a cientos de personas a Santiago de Compostela, convirtiendo la capital de los gallegos en el paraíso de la diversidad multirracial y lingüística, que es lo que a este periodista más le pone, en unos tiempos de nacionalismo exacerbado y ‘Brexit’ anti-inmigración.


En cambio, en España, como no tenemos ninguna revolución popular que llevarnos a mano como los franceses, andamos un poco perdidos con la fecha idónea para celebrar algo que hayamos construido en común. 


Al Régimen del 18 de julio se le ocurrió resaltar hasta la exageración el 12 de octubre, por aquello tan "pomposo" de la Hispanidad, que a los del otro lado del charco les suena a Colonización y a Bartolomé de las Casas, aunque sea, más que nada, la fecha en que Colón descubrió tierra latinoamericana, un buen motivo para entrar en la historia del mundo.


Pero claro, como los franquistas lo llevaron al terreno de la épica, Día de la Raza nada menos, la cosa ha derivado en la mala fama que el día tiene entre "los progres". Y, sin embargo, es una gran fiesta para Aragón y para los que le tenemos afecto a la Pilarica.


Como quiera, además, que el día que se organizó la revuelta del dos de mayo que, con la Guerra de los Irmandiños, son las dos fechas en las que yo pondría algo parecido a una fiesta nacional, está ocupada por la Comunidad de Madrid en honor de los cientos de madrileños que dieron su vida por un Rey que no se lo merecía, es difícil encontrar en el calendario un lugar en el que puedan sentirse cómodos todos los españoles que se sienten como tales.


Meter el dedo en la llaga, en estos momento de la Fiesta Nacional es, no obstante, propio de quien no tiene ni ideología, ni ideas nuevas que venderle a sus conciudadanos, porque la polémica ya viene de lejos y cada uno tenemos ideas propias al respecto desde hace muchos años. 


Yo, por ejemplo, celebro la fiesta nacional de Galicia en la intimidad el 17 de agosto, que es cuando fusilaron a Alexandre Bóveda, mi ídolo, pero eso soy yo y mi sombra y probablemente algún viejo galeguista en el exilio, que fueron los que idearon esa fecha.


Eso no me priva que el 25 de julio, si puedo estar en Galicia, participe de la alegría colectiva de quienes para ellos y su familia es el día más grande del año. Así que, como comprenderá el Mesías de Podemos, el 12 de octubre también me lo paso pipa visitando a algún familiar muy mayor y achacosos al que no veo habitualmente, aprovechando que ese día es festivo y no hay que ir a trabajar. Y es que impartir doctrina a los demás sin ser cura o ayatolá es de ególatras. 

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