jueves, 25 de abril de 2024 11:01
Editorial

A BARCELONA LE SIENTA BIEN HABLAR DE PAZ

Manuel Fernando González Iglesias
Manuel Fernando González Iglesias

A Coruña, 1952

Unio mediterraneo


Barcelona ha acogido en este lunes de subidas máximas de las tarifas eléctricas una reunión, casi simbólica, de la UpM, una iniciativa creada en la década pasada por Egipto y Francia que hace honor a la llamada Conferencia Euromediterránea, constituida en la capital de Catalunya en 1995 y que, pese a sus esperanzadores inicios, ha tenido una actividad casi testimonial, al menos, desde el punto de vista político.


Esta vez, la presencia de la Jefa de la Diplomacia Europea Federica Mogherini y, sobre todo, la de Altos Representantes de Israel, Palestina, Siria y Turquia, puede abrir el melón del diálogo informal sobre el muy convulso mapa de Oriente Próximo: puesto que no hay compromiso de documentos oficiales por medio sobre el futuro de una zona de permanente conflicto --en el que ninguna gran superpotencia ha sabido dar con "la tecla de la distensión", empecinados como están los Putin, y ahora Donald Trump, sin olvidar a la China que acaba de pasar por Davos defendiendo el libre comercio, en defender las posiciones de sus aliados que solo desean ganar una guerra caiga quien caiga para luego negociar "sus condiciones" tras la ¿imposible? derrota del oponente--.


Por eso, hay que aprovechar los escasos momentos de lucidez de los contendientes para dar pequeños pasos en la dirección correcta, que no es otra que la consecución de una paz justa para todos.


Israel, la inmortal bestia negra del islamismo moderado o excluyente en este conflicto, llega a esta cita con la moral a tope, tras la llegada de Trump a la Presidencia de los Estados Unidos. Y eso, que en principio parece un handicap para el entendimiento, le permite volver a dialogar sin complejos, porque se siente más fuerte que con la Administración Obama, que es la que ha empujado a los dirigentes de Tel Aviv contra la pared de la presión internacional, cuyo punto mas álgido lo hemos vivido bajo presidencia española en la reciente votación del Consejo de Seguridad que tanto enfadó a los israelíes, que no admiten pegas, ni siquiera la menor crítica por su ambiciosa politica de asentamientos en los "llamados territorios palestinos" especialmente en los que están en el área metropolitana de Jerusalén.


Ojalá Barcelona sepa ser la verdadera capital del Mediterráneo y en su sede se encuentre ese añorado aunque pequeño resquicio desde el que iniciar una distensión, que la guerra de Siria y la inseguridad interior en Turquia ha disparado hacia los límites de una tercera guerra mundial --no reconocida—que, con muy buen criterio, ayer mismo denunciaba en el diario de Prisa el propio Papa Francisco.


Por todo eso, y por el bien de todos, si ese logro se hace realidad, ganaremos todos.

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