La Caixa ha superado con nota la parte más dura de la mal llamada "crisis del procés". Sana envidia para su competencia, de la masiva asistencia de más de doscientos periodistas a la rueda de prensa convocada por la entidad en su nueva sede social en Valencia.

Y de paso, profunda tristeza en Catalunya por el papelón estelar que han tenido algunos políticos catalanes, como Artur Mas y Puigdemont en ese escenario mediático de éxito.

Antes, Barcelona recibía con los brazos abiertos a todos los colegas venidos de toda España. Ahora somos nosotros los que cogemos el tren y el avión para escuchar a unos gestores magníficos, que lo han pasado especialmente mal en esta coyuntura histórica que les ha tocado afrontar.

Cuando un banco lo hace bien o con nota, como es el caso, hay que felicitar a sus gestores, bastantes días tiene el año para que los periodistas le demos caña en nombre la libertad de expresión y en defensa de sus clientes de a pie. Hoy toca estar contentos, sin lugar a dudas, y no ser cicatero en las palabras.

El paso dado por La Caixa por defender con uñas y dientes su gran labor social tiene mucho que ver con los resultados que en cada ejercicio consiguen quienes pelean por que los números sean los mejores posibles.

Está claro que Isidre Fainé ha sabido elegir equipo gestor con Gonzalo Gortázar y Jordi Gual, además de echarle mucho valor cuando tuvo que, con gran sacrificio personal, llevarse la sede social a Valencia aguantando carros y carretas aquí, en el lugar desde el que les escribo.

Enhorabuena a todos. Magnifica la organización de la convocatoria mediática, a celebrar el día y, mañana, a abrir de nuevo las oficinas que toca seguir trabajando por un 2018 aún mejor.

La gestión, como las noticias, tiene esa dura contrapartida: que la gloria es efímera, porque el mercado y la competencia nunca duermen.