domingo, 28 de abril de 2024 13:14
Opinión

LAS CARAS DE LA POBREZA

Maria Assumpció Vilà i Planas
Maria Assumpció Vilà i Planas

Síndica de Greuges de Barcelona

Una tercera parte de las reclamaciones que recibo son por la crisis; cada vez, las personas están más desesperadas, angustiadas, con situaciones más difíciles de reconducir

Una tercera parte de las reclamaciones que recibo son por la crisis; cada vez, las personas están más desesperadas, angustiadas, con situaciones más difíciles de reconducir.

A finales de octubre, he tenido la desgracia de recibir una queja de un vecino de Barcelona a quien el Patronato Municipal de la Vivienda amenazaba con desahuciar. El motivo es que esta persona, con dos hijos menores a cargo, no puede pagar el alquiler del piso de protección oficial a pesar de la reducción del precio que se le ha hecho. El lanzamiento se ha detenido, pero me preocupa muchísimo que el Patronato, responsable de la vivienda de protección oficial, ponga en marcha procesos de desahucio.

A lo largo del 2013, fruto de la situación de crisis, las quejas sobre vivienda se han quintuplicado. Hasta el 31 de octubre, he recibido más de 300, más otras 90 reclamaciones de temas de servicios sociales básicos. De hecho, una tercera parte de las denuncias del año son por el mal momento económico y una posible falta de respuesta por parte del Ayuntamiento.

Día a día, el perfil de los usuarios que se dirigen a nosotros ha ido cambiando. Poco tienen que ver los reclamantes que atendemos ahora con los que nos visitaban hace tres años, cuando empecé a ejercer de síndica. Cada vez, las personas están más desesperadas, angustiadas, con situaciones más difíciles de reconducir: sin trabajo, con hijos... Se trata de personas desahuciadas o que pronto lo serán, familias que, literalmente, optan por reventar una puerta y ocupar un piso para no perder la custodia de los hijos.

Algunas de estas personas, mientras te explican lo que les pasa, lloran, se desesperan y te dicen que harán cosas que preferirías no oír. En muchas ocasiones nos toca hacer de psicólogos más que de juristas. Para muchos somos, dentro de la administración, el último recurso. Por más que nos digan que hay signos de recuperación económica, lo cierto es que la crisis golpea cada vez más puertas. Tardaremos mucho de tiempo en salir de esta situación si es que, finalmente, algún día lo hacemos.

En la oficina recibamos a gente de toda la ciudad. Pero cuando nos referimos a quejas sociales, Nou Barris acapara buena parte del protagonismo. Un 80% de las reclamaciones por situaciones de vulnerabilidad son de este distrito. El principal problema es la falta de vivienda de protección oficial, pero la situación desesperada que atraviesan muchas de las personas que nos visitan, hace que presenten otras dificultades. Muchas no tienen trabajo desde hace tiempo y, bien no cobran nada, o sólo perciben una prestación mínima, como mucho de 400 euros, que no les llega para vivir con dignidad.

Algunos de estos ciudadanos son extrangeros en situación irregular, muchos tienen un bajo nivel de formación y los hay que tienen niños a cargo. Todos, sin embargo, coinciden en los problemas que tienen para hacer frente a los gastos de manutención, suministros básicos y comedor escolar. Muchos padres acaban desapuntando a los hijos porque las becas comedor no llegan o lo hacen con mucho retraso.

Las desigualdades se hacen cada vez más evidentes en Barcelona. En 55 de los 73 barrios de la ciudad, la renta por cápita es media-baja, baja o muy baja. Y buena parte de estas zonas están en Nou Barris. En el Turó de la Peira, Torre Baró, Ciutat Meridiana, Porta, por citar algunos barrios, se vive una situación de emergencia que hace necesaria una actuación integral. Es demasiada la gente que está sufriendo.

El compromiso del alcalde, Xavier Trias, para combatir la pobreza en Barcelona es evidente. No puedo decir que el Ayuntamiento no esté haciendo nada en materia social. Delante mío, en el Consejo Plenario de marzo, se comprometió a crear un parque público de pisos sociales en la ciudad, un parque que hasta ahora nadie había planteado, y recientemente ha anunciado un incremento de 600.000 euros en ayudas para becas comedor que se suman a los 2'5 millones ya previstos.

La duda que tengo, especialmente en materia de vivienda, es si el plan previsto llegará a tiempo para paliar el déficit de vivienda social existente a Barcelona. Sinceramente, no lo creo. El plan municipal es muy necesario a largo plazo, y lo celebro, pero no soluciona la necesidad actual de vivienda de centenares de familias barcelonesas. Por lo tanto, hacen falta actuaciones a corto plazo centradas en la creación de bolsas de pisos de alquiler social a precios asequibles.

En la Comisión de Presidencia del mes pasado planteé al Ayuntamiento que estableciera como prioritario, en los presupuestos de 2014, la dotación de vivienda digna para todas las personas en situación de riesgo de exclusión social. También creo muy necesario hacer un estudio real de las necesidades básicas que hay en la ciudad y conocer las transferencias económicas que habría que hacer a las personas y familias en riesgo de exclusión. Seguramente, con el dinero de alguna obra pública que se puede posponer, se podría hacer justicia a miles de familias que tienen derecho a los servicios sociales básicos y a acceder a una vivienda digna.

La grave crisis que estamos sufriendo ha hecho aumentar las desigualdades. Los más desvalidos sufren más que nadie sus efectos. Pero la gestión que se hace de la crisis también es importante. Las causas de la pobreza son, por lo tanto, también políticas. Por ejemplo, los recortes en la Renta Mínima de Inserción llevados a cabo por el Gobierno de la Generalitat, a lo largo del año 2011, significaron un punto de inflexión y ahora mucha gente no cobra nada para subsistir. La creación de una Renta Garantizada de Ciudadanía es cada vez más urgente. Hay muchas razones que avalan esta necesidad, pero la más importante es que el principio de justicia social se convierta de una vez en prioritario en las confecciones de los presupuestos de las Administraciones. Sólo así garantizaremos una Cataluña más humana y solidaria.

Maria Assumpció Vilà Planas
Síndica de Greuges de Barcelona

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