Tras los datos de la Diada, Sánchez debe convocar elecciones

Pasada ya la tan esperada, por el mundo independentista, Diada de Catalunya, con los resultados conocidos: bajada de asistentes y conflicto en las formaciones políticas, que acudieron divididas. Eso en cuanto a los independentistas. Mientras que los llamados partidos “constitucionalistas”: PP, Ciudadanos y Vox no han asistido a ninguno de los actos, ni por supuesto a la manifestación, donde hubieran salido “por piernas”. ¿Que ha hecho el PSC? Lo de siempre: ir a la ofrenda floral a Rafael de Casanova, ausencia comprensible en la “gran manifestación” y tratar de nadar y guardar la ropa. Es lo que suele hacer en situaciones como esta.

Con la visualización de cómo están las cosas en el mundo independentista, que puede llegar a dividirse aún más - la ANC anuncia que se presentará a las elecciones autonómicas, cuando se celebren-, la partida de ajedrez avanza con unos jugadores que hacen trampas, que quieren llevarse el triunfo, sin medir que esas trampas les pueden costar muy caro. “El todo vale y el fin justifica los medios” ya no se compra. Así que la posible investidura de Pedro Sánchez tras la fallida del candidato Feijóo, continúa teniendo sus migas: con los datos de participación en la Diada, el independentismo ha pinchado. La mayoría de las personas de Catalunya no apoyan la independencia, guste o no a los que utilizan esa arma contra el Gobierno, el Estado español y lo que se quiera añadir más. 

Las  señales que ha dejado el 11 de setiembre, Pedro Sánchez no debe echarse a los brazos de Puigdemont, rehabilitado, empoderado y ratificado en su creencia de que él es el presidente legítimo de Catalunya, sin pasar por las urnas. Ya no se debe acordar el protagonista Puigdemont que él no fue votado por la ciudadanía para ser presidente, sino que Artur Más lo puso a dedo cuando la CUP lo vetó para que siguiera en el Palau de la Generalitat. La verdad es Más tuvo un ojo político en su elección que Santa Lucía le conserve lo que le queda, aunque ya su etapa política ha pasado a mejor vida.

Si el líder socialista con el debate larvado que tiene en su partido sigue adelante con la idea de conseguir ser investido con los votos de Junts y ERC, el error histórico es de los que hace época. Lo mismo que tratar a las voces críticas con este tema “de vieja guardia”, o que están pasados de rosca o que apoyan al PP, es un desprecio que un partido como el PSOE no debe hacer. La vejez - por cierto, los viejos suelen votar a los socialistas- no es un desprecio, sino un valor añadido adquirido a lo largo de los años. La “demencia” no es  enfermedad degenerativa  de“viejos”, también la padecen los jóvenes ambiciosos cuyas aspiraciones es conservar el cargo y sus prebendas.

La realidad es que los días avanzan, las negociaciones siguen, la inquietud crece a ritmo rápido y lo que algunos quieren y venden como lo más conveniente, posiblemente sea para ellos, pero no para las personas que tienen otras necesidades divergentes con las las suyas . Así que el sacrificio, pensando en el bien común, debe dar paso a unas nuevas elecciones. No hacerlo y seguir con la apuesta por el apoyo de Puigdemont es un precio demasiado alto que el PSOE no debe pagarr.  La gente, aunque algunos no lo crean, tiene memoria y le pasará factura. Lo malo es que las consecuencias serán para la formación centenaria y Pedro Sánchez se irá de rositas. Decía Max Weber que “el político debe tener: amor apasionado por su causa; ética de su responsabilidad; mesura en sus actuaciones”.