martes, 30 de abril de 2024 18:15
Opinión

Violentos y neonazis agreden a periodistas en Madrid

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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La gente confunde la libertad con el libertinaje. Piensa que ocupar una vía pública es como hacerlo en su propia casa, sin pensar que la calle es de todos, no de los que gritan, insultan y atropellan a los demás. La etapa aquella en la que Manuel Fraga llegó a decir “la calle es mía” ha pasado a mejor vida, por suerte. Las calles son de las personas independientemente de su ideología. Los derechos son para todos, ningún individuo o grupo tiene más que otros, aunque quieran imponerlos a la fuerza. La libertad consiste también en respetar a los demás. Hay una frase de Nelson Mandela muy gráfica que dice: “Ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”.

 

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Violento y neonazis agreden a periodistas en Madrid @ep


Estos días, hay ciudadanos que salen a las calles en algunas ciudades para protestar por la amnistía que contempla los pactos del PSOE con partidos independentistas para atar la investidura de Pedro Sánchez. La gente tiene derecho a manifestarse, protestar por aquellas cosas que no les gusta, que están en contra, se sienten engañadas y lo único que le queda es expresarlo. Pública y colectivamente. El derecho a realizar estos actos les ampara, incluso hay que aplaudirlos porque la sociedad estaba un poco anquilosada, se traga todo lo que le echan, no les pide cuentas a los partidos y gobernantes de lo que hacen mal, o cuando se sienten engañados. Otra cosa bien distinta es que monten los espectáculos que están montando estos días , especialmente en Madrid, donde cada noche se van a la calle Ferraz esquina con Marques de Urquijo para protestar. En las concentraciones se “cuelan” los violentos para intentar llegar a la sede socialista y si los dejaran, la asaltarían   como han expresado reiteradamente. Son todos, no, son una minoría violenta  constituida por energúmenos radicales y neofascistas cuyo fin es destrozar lo que se le ponga por delante, enfrentarse a la policía e imitar a los otros energúmenos que eran en su día los CDR en Catalunya.


Lo grave del asunto es que ciertos elementos de la ultraderecha, que hacen exaltación de la violencia, junto a los sinvergüenzas y folloneros de los ultrasur del Real Madrid y del Atlético, han cambiado los estadios por la calle Ferraz y cada noche montan la cacería a los miembros de la policía nacional a los que llaman traidores. Además, los periodistas están siendo objeto de agresiones por parte de los violentos, fascistas y demás, que son minoría, pero muy activos. No solo insultan a los periodistas, sino que intentan intimidarlos y obstaculizan su trabajo, que es el de informar de  o que está sucediendo en esos momentos. Los compañeros periodistas que están cubriendo estos días las concentraciones  en ese lugar merecen respeto,  están haciendo su trabajo en unas condiciones más que lamentables, jugándose el tipo. Peligra su integridad, lo que debería llevar a las fuerzas de seguridad a protegerlos.


Lo que está sucediendo con algunos políticos, - por ejemplo, el vicepresidente de Castilla León y responsable de Vox en la comunidad, Juan García-Gallardo-  es que en lugar de calmar los ánimos, encabezan las manifestaciones incitando a los violentos que lo que hacen no es protestar, sino que van a montarla gorda como el que va a una juerga. Como dicen, a la caza de los socialistas. Son unos valientes cuando van en manada, como los borregos, y echan a correr si van solos. 


Son malos tiempos para los profesionales del periodismo que ven cómo sus derechos están siendo pisoteados. En las ruedas de prensa se les limitan las preguntas, o sencillamente no hay preguntas. Tienen que hacer largas horas de guardia cuando se reúnen los políticos, caso del pacto del PSOE con Junts. Ahora son el blanco de los violentos y los intolerables que añoran “las libertades” y la gran democracia de la que disfrutaban sus familias con Franco. Quizás porque estas eran de las premiadas por el régimen. 


Manifestaciones, si, respeto también. Violencia y linchamiento a los periodistas no, faltaría más. Escribía la novelista de misterios inglesa, P.D. Jame, que “se puede combatir la estupidez, la intolerancia y el fanatismo cuando se lucha con ellos por separado, pero si vienen juntos, lo mejor es escapar, aunque sólo sea para preservar el propio equilibrio”. 

 

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