viernes, 17 de mayo de 2024 14:12
Opinión

La Feria de Abril catalana, Pedro Sánchez y los malvados periodistas

Carmen P. Flores
Carmen P. Flores
Directora de Pressdigital

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La lluvia que ha estado presente estos días en Catalunya ha contribuido a mejorar la situación de los embalses, por lo tanto, a que respire “un poco” más el gobierno de Pere Aragonés, que no gana para sustos en esta campaña tan marcada por las encuestas que dan la victoria a los socialistas. El segundo lugar es para Puigdemont y a ERC lo sitúan en tercer lugar. No es plato de buen gusto después de las hazañas del huido y la poca colaboración del grupo Junts en estos años de gobierno en solitario de los republicanos.

 

Ante este panorama de estrés político, aparece como “agua de mayo”, la Feria de Abril de Catalunya, donde se ha visto a políticos - en plena campaña electoral- conversando con los miles de asistentes a la misma, que por cierto aún continúa unos días. Daba gusto ver al presidente Aragonés departiendo con los “otros catalanes” y las mujeres vestidas con trajes de faralaes- trajes de la alegría- que ofrecen una elegancia a las que lo llevan y un universos de colores que alegran la vista de los transeúntes. Lo malo del asunto es que mientras las mujeres utilizan esta vestimenta, son poquísimos, por no decir inexistentes, los hombres que se “enfundan” en un traje típico andaluz, con sombrero cordobés incluido. Hasta ahí no llega el fervor electoral de los políticos que han visitado las casetas del recinto del Fórum, ubicación de la feria. Aunque sería bueno verlos “disfrazados”.

 

La sorpresa este miércoles ha sido ver por el recinto ferial al presidente del gobierno Pedro Sánchez, quien ha elegido la Feria de Abril para hacer su primer acto público después de cinco días de reflexión. Era un gesto hacia Salvador Illa después de la ausencia del líder socialista en el primer mitin de campaña en Sabadell, al que no pudo asistir. Todo un gesto que “suponemos” agradecerá el candidato Illa. Hubiera sido bueno, quizás excesivo, verlo disfrazado con el traje andaluz. Cuerpo tiene para ello, no hubiera dado el canto al no tener una barriga cervecera que desluciera la vestimenta. La acogida por parte del respetable que llenaba el recinto, como en los toros,  ha sido repartida. 

 

La vuelta al trabajo - ya decía en el anterior artículo que no marcharía- ha sido un desconcierto total en todos los sectores, por lo insólito de sus jornadas de reflexión. Su vuelta, con entrevistas en la televisión pública, que me parece bien, no tanto en la privada, la SER, su radio amiga, ha sido un aviso para “navegantes”:  PP, Vox, los jueves, los poderes económicos y los malvados periodistas a los que les señala como manipuladores, mentirosos y autores de noticias falsas. Esto último sorprende mucho… solo hay que repasar las hemerotecas para conocer todas las mentiras de Pedro Sánchez. Hay que discernir entre los buenos periodistas - los amigos de Moncloa, sus voceros, los que reciben la publicidad- y los otros. En este saco entran todos. ¿Quién lo dice? Los catedráticos y limpios colegas que están todos los días en radio, televisión y en sus tertulias adoctrinando. Ya lo he dicho muchas veces y lo repetiré las veces que haga falta, hay muchos periodistas o medios que no me gustan, pero estamos en democracia, donde la libertad de expresión es fundamental, por ello cuando cualquier colega cuente una mentira, ya existen mecanismos para atajarlo, no hace falta ir apretando más a los periodistas y a los medios de comunicación. Hay una frase que siempre se la habían atribuido a Voltaire, pero que recientemente se ha descubierto que la escritora Británica Evelyn Beatrice Hall, utilizaba bastante, que dice: “No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo”. Es una frase tan gráfica que nunca debería enterrarse.

 

Los gobiernos, sean del color que sean, no pueden ponerle mordaza a los medios, o intentar controlarlos con distintos métodos. Ahora se apunta a la “regeneración democrática”, señalar a los periodistas y medios que no son afines. Es una situación muy delicada y los profesionales a través de las distintas asociaciones deben protestar, lo mismo que la ciudadanía. Los medios de comunicación, con todas sus carencias, que las hay, no pueden ser objeto de acoso y derribo hasta su aniquilación, no es bueno para la salud democrática. El intervencionismo se da en los países con regímenes autoritarios, España lo ha sufrido durante 40 años, no se puede asumir sin más que esto, de otra manera, vuelva a vapulear la libertad de expresión.

 

 Así, que la Feria de Abril de Catalunya, con la alegría que llevan los asistentes cuando se han tomado unas cuantas cervezas o copas de fino, les haga recapacitar que todo no vale, ni el fin, que no es otro que controlar todo lo que sea discrepante, no justifica los medios. No vale, ni se puede permitir.

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