La semana empezaba llena de intriga porque esta mañana de lunes comparecía ante el juez de instrucción Santos Cerdán, exsecretario de organización del PSOE, para someterse a las preguntas de su señoría. Una comparecencia que despertaba todo el interés informativo y político. No era para menos. Se esperaba, porque en otras jornadas ya lo habían hecho Koldo y el exministro Ábalos. Así que el interés era máximo.
El exnúmero tres de los socialistas salía tranquilo de su domicilio, sin querer hacer declaraciones a los periodistas que allí se encontraban, pero les dijo que al terminar su interrogatorio haría declaraciones. Parecía tener claro que saldría de allí libre, con alguna medida cautelar, pero libre. La sorpresa fue mayúscula para el interesado.
Lo cierto es que Santos Cerdán no volvió por donde había entrado al Tribunal Supremo, sino en un coche que le llevaría a la cárcel de Soto del Real, la misma que ha acogido a unos cuantos ilustres del mundo de la política y la economía: desde Rato, Bárcenas, Miguel Blesa, Mario Conde y los políticos del procés: Oriol Junqueras, Jordi Turull, Josep Rull, Raúl Romeva, entre otros. Una prisión de VIPs en la que estará, de momento, Santos Cerdán, tras decretar el juez prisión preventiva sin fianza, tras ser acusado “de los delitos de integración en grupo criminal, cohecho y tráfico de influencias”. Decreta prisión por el riesgo de fuga y destrucción de pruebas.
Como era de esperar, el acusado negó todos los cargos y, en su defensa, negó cualquier irregularidad, para acto seguido añadir que era víctima de maniobras políticas por haber negociado con los independentistas.
Lo cierto es que nadie se esperaba que el juez enviaría directamente a Soto del Real al hasta hace pocos meses la mano derecha de Pedro Sánchez en el PSOE y la persona que mejor conoce los entresijos de las negociaciones con Puigdemont en Bruselas y más miembros de Junts. Sabe demasiadas cosas, como explican en privado algunos dirigentes socialistas, que están más que preocupados por lo que pueda “cantar” el número tres de los socialistas españoles. Él niega todo, pero las pruebas, de momento, dicen lo contrario. Son las consecuencias de tener mucho poder y poca ética. Hay un refrán popular que dice: “No hay peor ladrón que el de tu misma mansión”.
La situación de los socialistas tras la prisión de Cerdán no es una buena noticia, más bien lo contrario. Además, se produce cuando Sevilla acoge la IV Conferencia de la Financiación para el Desarrollo de las Naciones Unidas, en la que participarán 150 países y contará con la presencia de 60 jefes de Estado, con la ausencia esperada de Trump. Una bofetada que está haciendo temblar los cimientos de Ferraz y que ha dado munición a los populares, que aprovechan cualquier ocasión para seguir sacando provecho.
También se publicaba hoy una encuesta en El Mundo (diario no precisamente pro socialista) en la que el PSOE perdía 10 diputados y el PP obtendría 152, 15 más que en las anteriores. Los casos de corrupción le están pasando factura a Sánchez.
¿Qué va a suceder? Depende de los partidos que dan apoyo al gobierno. Algunos piden una moción de confianza, otros que aclare la situación en una comparecencia y otros quieren retirarle su confianza. Lo tiene muy complicado, pero puede suceder cualquier cosa. Algunos miembros del gobierno dicen que tres sinvergüenzas no representan a los socialistas, un partido centenario. Otro refrán popular afirma que “No hay ladrón sin encubridor”. Otros afirman rotundamente que no habrá adelanto electoral, con permiso de los socios externos del gobierno.
Mientras que Sumar, que forma parte del gobierno de Sánchez —por cierto, sale muy mal parada en la encuesta— afirma que se presentarán como acusación particular en el caso de la trama de Koldo. Así que las cosas se van a poner cada vez más complicadas y Sánchez tiene tres soluciones: dimitir y que otra persona ocupe Moncloa; convocar elecciones, o pedir una moción de confianza. ¿El coste político y económico? Creo que estará unos días dándole vueltas para ver qué camino debe tomar, cosa nada fácil. Aguantar sin respaldo parlamentario no es una buena solución.
Los próximos días serán muy calientes, no solo térmicamente, sino que la política superará los 40 grados. Semana muy complicada para el presidente del gobierno.
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