Pedro Sánchez acumula 21 meses sin acudir al control del Senado pese a los cambios normativos
El PP reformó el Reglamento para obligarle a acudir al menos una vez al mes, pero este año solo ha acudido a la 'comisión Koldo'
La prolongada ausencia de Pedro Sánchez en el Senado revela tensiones institucionales entre Ejecutivo y Cámara Alta, pone en cuestión la eficacia del control parlamentario y desata un intenso debate político sobre rendición de cuentas, transparencia y equilibrio de poderes en España.
Ausencias prolongadas y contexto parlamentario
Desde marzo de 2024, Pedro Sánchez solo ha participado en un Pleno del Senado, obligado por la comisión de investigación sobre el ‘caso Koldo’. En esa ocasión, el jefe del Ejecutivo respondió a preguntas del PP sobre la investigación y sus ramificaciones familiares, a ERC sobre compromisos adquiridos con Catalunya, y al BNG respecto a infraestructuras en Galicia.
Fuentes de Moncloa subrayan que “no se siente bien tratado por el Senado, donde el PP cuenta con mayoría absoluta”, justificando las ausencias posteriores y alegando conflictos de agenda como motivo recurrente. Esta situación evidencia un escenario político inédito en el que un presidente evita el control parlamentario ordinario durante un periodo prolongado.
Reforma del Reglamento: un intento de garantizar la comparecencia
En un intento por obligar al presidente del Gobierno a acudir al Senado, el Partido Popular reformó el Reglamento para exigir su asistencia al menos una vez al mes a las sesiones de control, salvo causas justificadas. Alicia García, portavoz ‘popular’, elevó incluso una queja formal reclamando la presencia de Sánchez en cumplimiento de la norma.
No obstante, fuentes oficiales de Moncloa aseguran que “Sánchez no tiene previsto acudir a estas sesiones a pesar de las quejas del PP”, poniendo de relieve las limitaciones prácticas de la reforma y la tensión entre la legalidad formal y la voluntad política del Ejecutivo.
La comisión Koldo: la única comparecencia obligada
La única asistencia del presidente al Senado en 2025 ha sido para comparecer en la comisión de investigación sobre el ‘caso Koldo’, que podría implicar la citación de su esposa, Begoña Gómez. Este foro ha forzado la presencia de Sánchez, demostrando que solo ante procesos de presión institucional significativa acepta someterse a control.
Representantes del PP advierten que “la comisión Koldo es la única vía que ha logrado que el presidente del Gobierno acuda al Senado, evidenciando la ausencia de voluntad de participar en el control ordinario”. Esta situación plantea un precedente sobre la limitación de los mecanismos de fiscalización frente al Ejecutivo en España.
Impacto político y críticas de la oposición
La ausencia prolongada del presidente genera críticas generalizadas de la oposición, que cuestiona la efectividad del control parlamentario y denuncia un debilitamiento de la función de supervisión del Senado. Expertos constitucionalistas advierten que aunque la Cámara Alta tiene un papel secundario en la legislación frente al Congreso, mantiene competencias de control político esenciales, incluyendo interpelaciones y preguntas de control, cuya eficacia queda comprometida cuando el presidente evita asistir.
Según analistas, “la ausencia sistemática del presidente refleja un conflicto estructural entre la mayoría absoluta del PP y la voluntad del Ejecutivo de limitar su exposición pública en la Cámara Alta”. Esta situación tiene implicaciones directas sobre la percepción de transparencia y rendición de cuentas del Gobierno ante la ciudadanía.
Contexto histórico y comparación internacional
Nunca en la historia reciente de España un presidente del Gobierno ha evitado el control del Senado durante un periodo tan prolongado. Comparativamente, en sistemas parlamentarios europeos como Alemania, Francia o Italia, los jefes de Ejecutivo suelen someterse a sesiones de control regulares, incluso bajo mayorías legislativas adversas. Esta ausencia genera cuestionamientos sobre la cultura política española y la solidez de los mecanismos de control institucional.
Expertos recuerdan que el Senado, pese a su menor peso legislativo frente al Congreso, cumple una función clave como cámara de representación territorial y garante de la rendición de cuentas. La incomparecencia del presidente debilita no solo la eficacia parlamentaria, sino también la confianza pública en la democracia.
Reacciones desde el Palacio de La Moncloa y perspectivas
Desde Moncloa, se argumenta que las ausencias responden a una combinación de prioridades de agenda y a la percepción de un trato desigual en la Cámara Alta, controlada por la oposición. Sin embargo, la prolongación de la ausencia genera presión política creciente y exige un debate sobre posibles mecanismos de cumplimiento de la ley que garanticen la rendición de cuentas.
Fuentes parlamentarias advierten que “la situación podría derivar en tensiones institucionales más profundas si no se encuentra un equilibrio entre las obligaciones del presidente y la mayoría parlamentaria”. La oposición estudia nuevas citaciones a la comisión Koldo y otras iniciativas para garantizar la presencia del jefe del Ejecutivo en el Senado antes del cierre del año legislativo.
Implicaciones para la democracia y control institucional
El caso evidencia limitaciones estructurales del control parlamentario cuando un presidente no coopera de manera voluntaria. Los mecanismos de obligatoriedad, como la reforma del Reglamento, se enfrentan a un dilema de eficacia: existen legalmente, pero dependen de la voluntad política y de la presión institucional para funcionar.
Analistas políticos señalan que la situación puede generar precedentes peligrosos, donde la ausencia del jefe del Ejecutivo se normalice y erosione la función de fiscalización parlamentaria, debilitando la transparencia y la confianza en las instituciones democráticas.
Próximos pasos y escenarios futuros
El PP anuncia que estudiará nuevas medidas para forzar la comparecencia del presidente en el Senado, incluyendo posibles ampliaciones de las comisiones de investigación y citaciones extraordinarias. Mientras tanto, Moncloa mantiene la postura de priorizar agendas ejecutivas, aunque la presión mediática y política continúa aumentando.
Los próximos meses serán determinantes para definir la relación entre el Ejecutivo y el Senado, y para evaluar si las reformas regulatorias son suficientes para garantizar la rendición de cuentas o si será necesario introducir mecanismos adicionales que fortalezcan el control parlamentario en España.

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