lunes, 13 de mayo de 2024 11:34
Opinión

​EL FANÁTICO NO SE RÍE DE SÍ MISMO

Miquel Escudero
Miquel Escudero

Amos oz


El padre Gratry fue un pensador francés sobre quien el filósofo Julián Marías hizo su tesis doctoral. Gratry escribió en el siglo XVIII que “todo lo que un hombre ha visto es verdad”; una frase rotunda que se ha de sopesar. Es evidente que no significa que sea cierta cualquier cosa que se diga, sería un disparate. Otra cosa es reconocer que lo que está visto de verdad sea ‘verdad’ y no mentira, aunque pueda ser errónea nuestra visión, pues parcial siempre lo es.


En todo caso no podemos ver las cosas exactamente igual unos y otros, por esto se precisa captar la realidad tal y como se ve desde la ventana del vecino. Es inevitable que las visiones sean plurales, pero pueden ser complementarias si tenemos curiosidad e imaginación y, por supuesto, suficiente sentido crítico y buena voluntad.


Amos Oz, escritor nacido en Jerusalén, afirma en su libro Queridos fanáticos (Siruela) que le da miedo “el fanatismo y la violencia que se están convirtiendo en algo habitual aquí, y también me avergüenzo de ellos. Pero me gusta ser israelí”. No puedo por menos que trasladar una reflexión equivalente a nuestra tierra, Catalunya. Dejémonos de trampas y de engaños. Entre nosotros es creciente el aislamiento social, la densidad de la cerrazón y el desprecio profundo hacia otras personas. Hay un ‘enemigo’ y se ha extendido el odio hacia él, con la ayuda inestimable de los medios de comunicación.


Observo con preocupación cómo se atizan rencores, algo que siempre ha de acabar de mal modo. 


La renuncia al respeto y a entender las razones del prójimo conduce a una enfermedad contagiosa, como potentes fuentes pretenden. Sucede que esta propagación siempre comienza en casa, por activa o por pasiva, en el entorno más próximo. Hay que observarse con atención. Como prevención contra el fanatismo, que es un modo de estar en el mundo, cabe desarrollar sentido del humor, aplicándolo sobre uno mismo. Dice Amos Oz que nunca ha visto a nadie capaz de reírse de sí mismo que se haya convertido en un fanático.


De ningún modo se debe confundir la fortaleza de unas convicciones con el fanatismo. Es fundamental tener afán de claridad y de ecuanimidad, y no seguir a ciegas la corriente que empuja. Y, por supuesto, evitar caer en un fanatismo anti fanático. 



Artículo original publicado en catalunyapress.es

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