El régimen fascista duró en Italia unos veinte años. Hablemos del cine de esa época, conocida como el ‘ventennio’ negro. Una industria vista como un arma de propaganda y manipulación ideológica muy preciada. Se fomentaron guiones con una visión arcádica de Italia. En cambio y para decirlo todo, en aquel cine escapista fueron destacables el trabajo artesanal, la calidad fotográfica y la escenografía. En su Historia del cine (Alianza), prologada por Román Gubern, José Antonio Sánchez Noriega subraya del fascismo (en su sentido genuino) "la educación estética y ética de las masas y la divulgación de los principios filosóficos y políticos, para lo cual toma como modelo a la Unión Soviética". Aunque se diga lo contrario, nada deja de estar relacionado con lo demás.
Vittorio Mussolini, hijo del Duce, dirigió la revista Cinema. Y en 1934 se fundó una Dirección General de Cinematografía para controlar, según se anunciaba abiertamente, "sin posibilidad de evasión, todas las actividades del cine, con la autoridad, competencia y medios necesarios para regular, inspirar, dirigir y, cuando fuese preciso, premiar o castigar todas las iniciativas y todos los resultados en el ámbito de la cinematografía italiana". ¿Hay que definirse fascista para firmar un párrafo como el anterior, o hacerlo efectivo? No, en absoluto. La experiencia indica lo contrario; sólo es preciso cinismo y determinación, carecer de escrúpulos y ser antiliberales.
Hablando de su memorable película Amarcord (1973), Federico Fellini proclamó que: "la memoria es uno mismo que está cultivando, incubando, mimando y transformando continuamente una cosa que cree le ha sucedido en cierta forma".
Un acontecimiento enorme del cine italiano fue el neorrealismo. ¿Cómo fue posible? ¿Cómo se dejó atrás el dirigismo político? Rodajes en barrios populares, mirada hacia la realidad, dramas con elementos humorísticos, actores no profesionales. Pero con directores y guionistas de la talla y personalidad de Roberto Rossellini, Vittorio de Sica, Cesare Zavattini, Luchino Visconti o Giusseppe de Santis. Aclararnos sobre esta cuestión podría ayudarnos a alzar el vuelo de nuestro cine.
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