NO SIEMPRE LA CULPA ESTÁ EN MADRID

Nos han saturado tanto con la movidita del Tricentenario que parece que la historia de este país se circunscribe a una guerra contra la monarquía de los Borbones y a un conjunto de agravios y conflictos con los gobiernos de España. Este año se hace más fácil encontrar en las librerías textos sobre la cocina o las indumentarias utilizadas durante 1714 que no libros sobre el sindicalismo y los movimientos sociales de los dos últimos siglos.

Nos han saturado tanto con la movidita del Tricentenario que parece que la historia de este país se circunscribe a una guerra contra la monarquía de los Borbones y a un conjunto de agravios y conflictos con los gobiernos de España. Este año se hace más fácil encontrar en las librerías textos sobre la cocina o las indumentarias utilizadas durante 1714 que no libros sobre el sindicalismo y los movimientos sociales de los dos últimos siglos. Quizá exagero, lo confieso, pero desgraciadamente las cosas son así. Cuando algunos escritores a sueldo del nacionalismo acceden a ideologizar la historia, esta historia pierde sentido y pasa a convertirse en propaganda justificativa de un proyecto político.

Hagamos memoria. A lo largo de los primeros años del siglo XX el obrerismo de carácter societario, poco cohesionado organizativamente, va dando paso a un sindicalismo de masas preparado para el combate. Los sindicatos se reorganizan incorporando pensamiento y tácticas del sindicalismo revolucionario francés. La idea, entre otras, de la Huelga General se convierte en un arma a emplear contra los adversarios de clase y los gobiernos conservadores. Las noticias procedentes de Rusia llenan de esperanzas a los oprimidos del mundo entero?

Pues bien, sería bueno no olvidar que el 5 de febrero de 1917 estalló en Barcelona una de las huelgas obreras más importantes de la historia de nuestro país. Los trabajadores de la empresa Barcelona Traction Light & Company, conocida popularmente como "La Canadiense", iniciaron una huelga de solidaridad con unos compañeros despedidos por revelarse contra las represalias de la empresa en forma de rebaja salarial. La espiral conflictiva se puso en marcha. A la huelga obrera la patronal respondió con más despidos y la contratación de nuevo personal. Pero he aquí que las estructuras sindicales habían hecho, organizativamente hablando, un gran salto adelante, y la huelga se extendió a todo el ramo, luego los trabajadores gráficos del diario El Diluvio y en la industria textil. Con el 70% de las fábricas paralizadas el gobierno optó por militarizar las más combativas. Los trabajadores pedían una jornada máxima de 8 horas laborales y reducción salarial. Ante la gravedad de la situación y la firmeza obrera el gobierno y La Canadiense se avinieron a negociar un acuerdo. A saber: libertad para todos los presos por cuestiones sociales; readmisión de los huelguistas sin represalias; aumento de salarios y la jornada máxima de 8 horas de trabajo. Una asamblea multitudinaria en la plaza de toros de las Arenas rubricó el acuerdo, no sin que antes mediara decididamente Salvador Seguí, "El Noi del Sucre".

La huelga fue un éxito de la lucha de los obreros catalanes y de la Confederación Regional del Trabajo de Cataluña pero ay! ? La patronal y el capitán general Miláns del Bosch mostraron su malestar ante la actitud conciliadora y pactista del gobierno Romanones. Este dimitió junto con su gabinete y el estado de guerra se prolongó cuatro meses al tiempo que el pistolerismo hacía acto de presencia.

Para aquellos que son aficionados a culpar siempre a los gobiernos centrales, les deberíamos recordar que Miláns del Bosch, la burguesía catalana e importantes sectores de la patronal del país se convirtieron en mucho más duros, sanguinarios e intransigentes que el gobierno central. Como pueden comprobar: No siempre la culpa está en Madrid.