Mi vecino, un joven aplicado y serio, ha acabado su carrera de ingeniería industrial y además ha conseguido varios títulos complementarios para reforzar sus conocimientos, entre ellos un máster que aprobó con matrícula de honor.
Mi vecino, un joven aplicado y serio, ha acabado su carrera de ingeniería industrial y además ha conseguido varios títulos complementarios para reforzar sus conocimientos, entre ellos un máster que aprobó con matrícula de honor. Hace un mes o dos, ha comenzado a buscar trabajo acorde con su profesión. Acaba de enviar un buen número de currículos a través de Internet; ha entregado algunos en mano y también ha mandado otros a través del correo normal.
El joven está a la espera de que alguno de esos destinatarios le conteste.
Él sabe que en este país, hoy por hoy, es muy difícil conseguir trabajo. Los buenos cargos son escasos y, como es lógico, están ocupados. Los empleos que tienen que ver con la Administración están más que agotados. Y aquellos pocos contratos públicos que sí se crearon y a cuyos ocupantes se les da el título de asesores, han sido repartidos entre gente muy allegada a los políticos de turno. Hace poco saltó a la prensa la noticia de que estos trabajadores, normalmente, son parientes o amigos íntimos de autoridades públicas. Es decir: enchufados o colocados a dedo.
Por otro lado, las industrias se han ido cerrando o desplazando poco a poco porque en otros lugares de la geografía mundial resulta más barata la fabricación. Agreguemos que en esos lugares, usualmente, los empresarios tienen que cumplir poco o nada con la protección social de los que también forman parte de la población del territorio o cuanto nombre alambicado quiera buscarse para distinguir un asentamiento humano de otro.
Mi vecino, que está muy bien preparado profesionalmente, ha comenzado su peregrinaje en el ámbito laboral.
Le deseo la mejor de las suertes en su difícil andadura, sin dejar de recomendarle con verdadero convencimiento, de que si pasan los meses y no logra conseguir empleo, lo busque fuera del país, ya que la vida se vive una vez sola, el tiempo pasa volando y la patria es una entelequia inventada por aquellos que tienen auténticos valores patrimoniales en ella (patria y patrimonio contienen la misma raíz).
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), formada por 34 países, entre los que se encuentra España, ha declarado recientemente que son demasiados los jóvenes españoles con título universitario que carecen de empleo, aunque el gobierno de la nación nos salga con el diario sonsonete de que las cosas se van arreglando. Se me ocurre que no estaría de más que mi joven amigo recién egresado consiguiera alguna estampita de San Pancracio para llevarla en su billetera y no olvidara rezarle un Padre Nuestro de vez en cuando, por si acaso.
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