Las consecuencias de la crisis no afecta a todos por igual, lo sabemos de sobra. Y que esas consecuencias se visualizan también geográficamente, es una de las conclusiones de los primeros resultados de la investigación Barrios y Crisis. Un estudio liderado por el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Las consecuencias de la crisis no afecta a todos por igual, lo sabemos de sobra. Y que esas consecuencias se visualizan también geográficamente , es una de las conclusiones de los primeros resultados de la investigación Barrios y Crisis. Un estudio liderado por el Instituto de Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad Autónoma de Barcelona.
La segregación urbana no es un fenómeno nuevo, ni mucho menos, la separación de población en función de la renta y otras variables, ha existido siempre. Pero hay que decir y bien alto que se ha pronunciado como consecuencia de la misma burbuja inmobiliaria y la crisis posterior que todavía hoy queda instalada especialmente en determinadas zonas urbanas.
El crecimiento económico de la última década ha sido una ilusión en términos de redistribución de la riqueza. Hoy queda demostrado que no fue ni progresivo ni favoreció las bases para un desarrollo social y urbano equitativo. La burbuja inmobiliaria ha hecho daño, y es lo que ocurre cuando se sustituye una economía productiva por una de especulativa.
La búsqueda Barrios y Crisis demuestra que ha hecho daño también en el modelo de desarrollo urbano de nuestro país, porque uno de los efectos que provocó fue la movilidad y la sustitución de la población. Es el caso de los barrios con riesgo de vulnerabilidad, pero heterogéneos, que reemplazó a su población. Es lo que ha ocurrido con la población inmigrante y la tendencia a concentrarse según el precio de la vivienda. Mientras se consumía suelo y se construían nuevas zonas urbanizadas, olvidaba lo que pasaba en otros barrios que se levantaron en la década de los sesenta o setenta. El quinto sin ascensor fue ocupado por una nueva población.
La burbuja inmobiliaria contribuyó a distribuir la población en función de su renta . No es que la crisis haya segregado , ya lo había hecho la burbuja inmobiliaria creando más riesgos para la vulnerabilidad . Lo que hace la crisis es acentuar aún más la desigualdad. La pobreza se mide por el nivel de renta, pero también por el acceso o no a los recursos , educativos, culturales, de información, de oportunidades, ... y la pobreza se dibuja hoy en Cataluña en mapas urbanos.
A todo ello se suma el hecho de que los recortes de los servicios públicos se están haciendo de forma lineal , y por tanto, todavía afectan más en aquellos territorios con más precariedad, donde los servicios públicos pueden jugar un papel de contención y cohesión.
El estudio también demuestra que son los barrios con mayor capacidad de resiliencia los que disponen de más elementos para paliar la crisis. Paliar, que no transformar, diría yo en algunos casos. La capacidad vecinal a menudo es la mejor respuesta y más efectiva a la incertidumbre de mucha gente . Bienvenida solidaridad , pero la responsabilidad de los poderes públicos de construir las condiciones para la igualdad de oportunidades no puede ser sustituida por la solidaridad vecinal.
Al triunfalisme los que aseguran que la crisis ha terminado, sería recomendar que dejen los datos macroeconómicos y aterricen en el mapa de la desigualdad.
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