Andan revueltas las aguas francesas, y no por el clima atlántico o mediterráneo que bañan sus costas, sino por la gran contestación social que el gobierno francés está recibiendo por parte de los trabajadores y estudiantes por su controvertida ley laboral.
Los franceses en masa se han lanzado a la calle en defensa de sus derechos, que consideran serán laminados de aplicarse la ley, a las protestas se unen acampadas en plazas, algo similar al 15-M.
Francia ha sido, desde su revolución, un polo expansivo para toda Europa de las nuevas ideas y luchas que se iban fraguando en el seno de la sociedad. Es por eso que creo que debemos sacar conclusiones y lecciones de lo que ocurre hoy en el país galo.
En primer lugar, provoca una envidia sana que la población salga en masa a protestar y manifestarse, por lo que considera una violación de sus derechos fundamentales, que critiquen la pauperización de la sociedad, al tiempo que cuentan con sindicatos potentes, y que todavía luchan por los intereses de la clase trabajadora.
En segundo lugar, nuevo batacazo para la socialdemocracia, Hollande y Valls en caída libre en todas las encuestas, así como el PSF, es lo que pasa cuando se abandonan las ideas tradicionales del socialismo y se abrazan las neoliberales, algo parecido al SPD (como ya escribí aquí en un artículo anterior).
Nueva lección que debería anotarse el PSOE, quien con sus devaneos con la derecha neoliberal de C’s, puede verse en la misma situación de sus compañeros francés y alemán.
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