domingo, 12 de mayo de 2024 16:24
Opinión

​¿INSTRUMENTOS MÁS QUE PERSONAS?

Miquel Escudero
Miquel Escudero

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No cabe duda de que hay predisposición a caer enfermos más allá de la genética. Los modos de enfermar están en función de las circunstancias personales y de una época y un lugar determinados. Así, los trastornos alimentarios responden a fenómenos complejos y suelen darse donde abunda la comida y está disponible para todos. No es casual que, alejándose de la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, entrados los años 50 se localizase en el mundo occidental ‘un pico de incidencia’ del trastorno anoréxico.


El neuropsiquiatra Luigi Onnis, profesor de Psiquiatría, Psicología clínica y Psicoterapia, fallecido en 2015, coordinó una investigación acerca de la anorexia y la bulimia entre individuo, familia y sociedad que acaba de ser recogida en El tiempo congelado (Gedisa); un libro que facilita la reflexión sobre estos asuntos. La delgadez va cambiando de significado, hoy muchos sienten la obligación de estar delgado y generan angustias por el aspecto físico. La mayoría de anorexias y bulimias se manifiesta en la adolescencia, una franja de transformaciones físicas y psíquicas, y afectan más a las chicas que a los chicos. Se dice aquí que “la crisis anoréxica coincide a menudo con la desilusión que la adolescente siente cuando advierte haber sido ‘instrumento’ más que persona”. Y se habla de la experiencia ilusoria de un ‘tiempo congelado’, una sociedad del infinito presente, un pretender que el tiempo no corre. Al fondo, la imperiosa necesidad de ser mejor aceptado por los demás, y acaso querido. Importa captar la tensión de conflictos en los entornos personales y hacerlos llevaderos. Entender lo que son procesos de triangulación, el afán por ocultar otros problemas y proteger a la familia de dolores y conflictos difíciles. Hay que saber leer la transmisión muda de lo que falta, más que de lo que sucede. Y prevenir la falta de palabras para expresar emociones (alexitimia) y el sentido de unos gritos y llantos, rabia incontrolada y sufrimiento.


Hay que aprender a dar cuenta y razón de cualquier relación conflictiva, ya sea familiar o social; también de los supuestos ‘oasis’ sociales -como se dictaminó en la era Pujol-, que pretenden unanimidad y que a quienes discrepan se les escupe por traidores o se les hace el vacío. En este estudio, se advierte sobre las madres excesivas, por más o por menos, incapaces de ver al hijo con una personalidad propia. 

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