Después de varios días de Congreso, los socialistas catalanes ya se han repartido los cargos del partido como buenos hermanos en la fe. Como les decía en algún artículo anterior, la sangre no ha llegado al río pese a las discrepancias en la confección de la lista de los elegidos, cuyas negociaciones se alargaron hasta las cinco de la madrugada del sábado. Siempre ha sido así en los congresos sociatas, no es nada nuevo para los que hemos seguido informativamente el tema durante largos años.

Si tengo que pronunciarme sobre quien ha ganado esta partida creo, sin lugar a duda, que ha sido Núria Parlon, bien “dirigida” por su mentor, el intrigante aprendiz de periodista y alcalde de Sant Joan Despí, Antonio Poveda; sus satélites, llámense Joaquín Fernández o Ballart -su papá está contento de la notoriedad de su hijo en el “cónclave” ya que, según me cuentan, dice ser la mente brillante que ha colocado a los alcaldes socialistas en el ayuntamiento de Terrasa hasta que su hijo ha tenido edad para serlo-, el alcalde de Pineda y unos cuantos más.

¿Por qué se ha salido con la suya la alcaldesa de Santa Coloma?, sencillamente porque ha sabido negociar y Miquel Iceta no ha tenido narices de plantar cara y defender lo que tenía que defender y no dejarse comer el terreno. Lo grave del asunto es que ha dejado a más de una persona tirada como colilla y, en cambio, ha apostado por otras de las llamas de “confianza” que, a corto plazo, van a ser los causantes de que a Iceta se le atragante el bocata. Lo veremos y más pronto que tarde. La excusa de no ser firme en la defensa de sus propuestas, como ha hecho Parlon, tiene que ver, dicen algunos, con la posibilidad de ruptura del PSC. ¿De verdad creen que Parlon estaba por esta labor?, ni mucho menos, por mucho que lo jure. A los toros hay que cogerlos por los cuernos cuando alguien se los encuentra y no echar a correr.

La lucha de los dos sectores sociatas no es de índole ideológica, política o ética. Es más simple: control de partido y de reparto de cargos entre los amigos. Es un mal de la actual clase política que no hace política de ideas y conducta, sino de personas y cargos.

La continuidad de determinados elementos en la nueva Ejecutiva de la era Iceta es de juzgado de guardia. Me han llegado unos cuantos tuits de ciudadanos de Viladecans que decían, entre otras cosas, que poner a Carlos Ruiz al frente de la secretaría de economía, emprendeduría, trabajo y economía de empresa es un chiste de mal gusto, con el caso INIPRO todavía sin resolver.

No tiene desperdicio tampoco que la comunicación del PSC seguirá llevándola Enric Casas, con la pésima gestión que ha realizado hasta ahora. Pero ahí Poveda, que lo criticó duramente en un Consell Nacional le ha puesto al lado, para que lo marque, a Begoña Floria, regidora en el ayuntamiento de Tarragona, persona muy cercana y de absoluta confianza de Xavier Sabaté, persona del clan Parlon.

Iceta debería deshacerse ya del complejo que lleva encima del “Club de los leones”, al que pertenecían en su juventud Carlos Ruiz, Enric Casas y el propio Iceta, junto con algunos más que no vienen al caso. Muchos, en privado, han criticado la “protección” desmesurada de Iceta al alcalde de Viladecans.

La posibilidad, apuntada por el flamante primer secretario del PSC Miquel Iceta, de una coalición con Colau/Domènech/Podemos/ICV es una decisión que no ha “consultado” con la militancia y bajo la cual subyace el miedo o la incapacidad de construir el nuevo socialismo catalán que sea capaz de ilusionar a las nuevas generaciones, sin dejar de lado a otras generaciones que siguen creyendo en él. El coraje es no dejar que las acciones sean influenciadas por el miedo, ya que eso incapacitaría para liderar un partido. “Las coaliciones políticas son el arte de llevar el zapato derecho en el pie izquierdo sin que salgan callos”, reflexionaba Guy Mollet, político socialista francés, nada dudoso de sus ideas.

Y colorín colorado, este cuento no se ha terminado. Continuará…