Adiós a todo

Sinceramente, se veía venir. El FC Barcelona llevaba muchos partidos, y digo muchos, jugando con fuego. Al final, el cántaro se rompe, y efectivamente, se han quemado pero bien. Esto no es una broma: esto dejará marca. Un 4-0 que pone fin a la temporada del Barça, a expensas de que puedan resarcirse en la final de Copa, porque las matemáticas casi dicen adiós a la Champions, y la moral dice adiós a la Liga.

La actuación del Barça ha sido, una vez más, vergonzosa, lamentable, impropia y aún peor. Cualquier calificativo peyorativo servirá. Por supuesto, haré el inciso para no quitar ni un solo ápice del mérito que tiene el PSG, que se ha marcado la que, probablemente, sea la mejor actuación, en Europa, de la historia del Paris Saint-Germain. Los de Emery han rebasado y desbordado a los azulgrana como han querido, letales al contraataque, por banda y por el centro, con un Di María estelar, autor de dos goles, un Draxler que sigue invitando a soñar, y un Verratti que sigue dejando a André Gomes, Rakitic, Denis Suárez y Arda a la altura del betún.

En el Barça, Neymar y poco más. El brasileño ha sido la única ilusión en el conjunto de Luís Enrique, un equipo desaparecido, inexistente, abrumado. Messi, invisible. Suárez, desapercibido. El centro del campo de risa: una absoluta falta de respeto para lo que un día fue esa medular. Y la defensa ni hablemos.

La eliminatoria está más que sentenciada, y ahora solo quedan meses de dudas. La primera: Sergi Roberto y el lateral derecho. Hoy, en París, el FC Barcelona ha vivido una pesadilla, y las secuelas de la misma le perseguirán el resto de la temporada.