Las infraestructuras olímpicas de Río están abandonadas
Se prometió lo contrario, y sin embargo, infraestructuras como la piscina o el edificio de Taekwondo y esgrima están dejados de la mano de dios solo seis meses después.
El exalcalde de Río de Janeiro prometió que no ocurriría, pero medio año tras el final de los Juegos Olímpicos, las instalaciones están abandonadas y en franco deterioro, sin uso actual o incluso casi inservibles después de ser inauguradas con la promesa de constituir el legado más duradero del primer torneo olímpico que hizo parada en Sudámerica.
“No vamos a avergonzar a Brasil con ‘elefantes blancos'”, decía el exalcalde Eduardo Paes tras los Juegos. Pero seis meses tras la clausura de Río 2016, la situación sugiere que el de la metrópoli carioca podría ser incluso el peor fiasco olímpico de la historia. El legado del torneo que costó unos 11.800 millones de euros sobre todo a la iniciativa privada, según los organizadores, parece desmoronarse día tras día.
El lugar donde el estadounidense Michael Phelps hizo historia ante unas 15.000 personas, es hoy la imagen de la desolación. La piscina es un agujero vacío y sucio, manchado de óxido. A la vecina Arena Carioca 3, sede de la esgrima y el taekwondo, le falta el suelo. En teoría, los visitantes no pueden entrar en las instalaciones, pero ni siquiera la vigilancia funciona bien estos días.
El Parque debía de albergar escuelas públicas y centros deportivos de alto rendimiento, y servir de escenario para grandes eventos tras los Juegos. Ninguna empresa privada, sin embargo, ha asumido hasta ahora la tarea. La “Ciudad Olímpica”, por eso, está cerrada hasta nuevo aviso, y sólo abre sus puertas los fines de semana para curiosos que quieran ver las instalaciones por fuera.
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