En este mundo donde transcurre todo tan deprisa, en ocasiones, sin tiempo para pensar, reflexionar y tener las ideas lo suficientemente claras para tomar decisiones, resulta que, el miedo - esa gran arma que paraliza, pensamientos, acciones y decisiones de las gentes- está más presente que nunca. Lo malo es que no ha mejorado, diría que, al contrario: el miedo cada vez cala más profundamente en las personas y algunos se sienten impotentes de enfrentarse a él, y a otros, les es más cómodo entrar en el juego.
Siempre me han gustado las personas que van de frente, que dicen lo que piensan y lo mantienen en todo momento. A eso se le llama coherencia, palabra que ha ido perdiendo valor, y apenas se utiliza, por desgracia.
Unas personas lo llaman coherencia, otras integridad, el mantener la relación entre lo que se dice y lo que se hace. Como decía el poeta Ramón Campoamor: “Y es que, en este mundo traidor, no hay verdad ni mentira: todo es según el cristal con que se mira”. Aplicando la reflexión del poeta, este martes, el senador y expresidente de Aragón, y secretario general de los socialistas aragoneses, Javier Lambán, se ausentaba del pleno del Senado donde se votaba la Ley de Amnistía. Lo hizo, según explicó después, “para no ser desleal consigo mismo”. Y es que el líder aragonés siempre se había manifestado contrario a la amnistía, qlgo que ya sabían sus compañeros de partido y los dirigentes de la calle Ferraz. Afirmaba Vicente Aleixandre que “ser leal a sí mismo es el único modo de llegar a ser leal a los demás”. Así lo ha entendido siempre Lambán, pero no la dirección del grupo parlamentario socialista del Senado, que le ha abierto un expediente para estudiar la postura del senador aragonés y aplicarle o no una sanción económica.
¿Existe doble vara de medir en el grupo socialista? Es posible que sí, si tenemos en cuenta, y la memoria no falla, al entonces senador y expresidente de la Generalitat de Catalunya, José Montilla, que se ausentó también del senado cuando se votaba la aplicación del 155 al gobierno de la Generalitat. Lo hizo para no votar a favor de la propuesta que apoyaban sus compañeros de partido. En esa ocasión, al senador no se le abrió expediente, ni se le sancionó. Bien es cierto que a la diputada Carmen Calvo se le aplicó una multa de 600 euros por romper la disciplina de voto con su abstención en la famosa ley trans, de la que también había manifestado su disconformidad.
A mí me parece que Javier Lambán siempre ha sido una persona coherente y leal a su partido y, asimismo, ha dicho lo que pensaba y ha actuado acorde a lo que creía mejor. Quizás lo ha hecho menos veces de las que le hubiera gustado, siendo consciente que en demasiadas ocasiones la lealtad al partido y su líder no siempre la podía poner en entredicho. Ha defendido su postura, desde hace ya algún tiempo, en una situación personal muy complicada porque la salud no lo está acompañando.
Lambán tiene una doble lucha: su salud y su partido. Las dos son importantes para él. Pese a ello, otros hubieran tirado ya la toalla en el plano político, el sigue. Por eso, la coherencia de Lambán, de un socialista de principios, es digna de admiración. Que las dos batallas que está llevando a cabo, las ganes, especialmente la salud. Eso le desean también muchos compañeros de partido que aún pensando como él han optado por mirar hacia otro lado.
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