sábado, 20 de abril de 2024 00:03
Opinión

​¿QUIÉNES ESTUVIERON DETRÁS?

Miquel Escudero
Miquel Escudero

Gay talese


Los nombres de quienes construyen casas, edificios y carreteras están destinados al anonimato. No daríamos abasto en fijar su memoria. ¿A quién le importa saber con qué intensidad, ganas y saber trabajaron? Yo creo que brindar reconocimiento a quien se lo merece estimularía nuestro pulso social hacia arriba. Es cierto que de todo hay en la viña del Señor, que hay trabajadores competentes y esmerados, pero también ineptos y caraduras.


Hace medio siglo, el gran periodista norteamericano Gay Talese escribió una inusual crónica: El puente (Alfaguara), ahora reeditada. Asistió a la construcción del puente colgante de Verrazano-Narrows, el más largo de los Estados Unidos. Talese dejó constancia escrita y fotográfica de muchos de quienes intervinieron en aquel prodigio de la ingeniería. ¿Cómo eran, cómo trabajaban, cómo se llamaban, qué les importaba y qué les repelía? “¿A quiénes pertenecerán las huellas impresas sobre los tornillos y vigas de esas edificaciones tan vertiginosas?”, se preguntaba. Algunos tenían la tez chamuscada; algunos eran duros de oído; algunos lucían ampollas y quemaduras.


Para el doctor Coppola, que los trataba como pacientes, aquellos eran los hombres más interesantes que nunca hubiera conocido: “son fuertes, soportan todo tipo de dolor, están llenos de orgullo y dan la talla”. Citemos algunos nombres: John Herbert padre de diecisiete hijos; Roebling, el primer ingeniero de puentes que empleó cables de acero; el capataz John ‘Hueso’ Murphy, con “el aspecto de estar siempre furioso por algún motivo, lo que normalmente era así”; Benny Olson, ‘el Ratón’, “capaz de despedir a su propio hermano”; familias de trabajadores del hierro que habían mantenido durante años estrecha amistad: los McKee y los Spratt. Talese detallaba aspectos diversos y afirmaba que “construir un puente es como ir a la guerra; el idioma es el propio de los barracones militares y los hombres se dividen de acuerdo con un sistema de rangos”. La emoción de un logro humano antes que mecánico. El drama que se convirtió en tragedia con un accidente laboral: “Era alrededor de las nueve y media. El día era nublado y ventoso (…) Iannielle se colocó bien el casco. Miró hacia abajo y vio a cientos de hombres sobre la pasarela (…) cogió la llave inglesa, la ajustó a un perno y apretó con fuerza. Y de repente, (…)”. 



Artículo original publicado en catalunyapress.es

COMENTAR

Sin comentarios

Escribe tu comentario




He leído y acepto la política de privacidad

No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.

Más opinión
Opinadores
Pressdigital
redaccion@pressdigital.es
Powered by Bigpress
RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. EDITADO POR ORNA COMUNICACIÓN SL - Publicidad
Aviso-legal - Política de Cookies - Política de Privacidad - Configuración de cookies - Consejo editorial
CLABE