sábado, 20 de abril de 2024 01:41
Opinión

Reindustrialización, empleo e igualdad

Joan Carles Gallego
Joan Carles Gallego
Secretario general de CCOO de Cataluña

La destrucción del empleo, de la capacidad productiva instalada y el empeoramiento de las condiciones de trabajo y de vida, con el aumento de la pobreza y la desigualdad, es el resultado de la gestión política de la quiebra del sistema financiero de la segunda mitad del 2007.

La destrucción del empleo, de la capacidad productiva instalada y el empeoramiento de las condiciones de trabajo y de vida, con el aumento de la pobreza y la desigualdad, es el resultado de la gestión política de la quiebra del sistema financiero de la segunda mitad del 2007. Los datos son claros: en Catalunya la población ocupada ha pasado de 3.492.000 personas el cuarto trimestre de 2008 a 2.998 millones en el mismo trimestre de 2013, y la población parada en el mismo periodo, de 465.000 (273.000 hombres y 192.000 mujeres) a 839.000 (453.000 hombres y 386.000 mujeres); en tasa de paro se pasa del 11,75% (el 2 º trimestre de 2007 era de 6,05%) en el 21,87%. Entre 2007 y 2013 han desaparecido el 22,25% de empresas del sector industrial, el 13,85% del sector de la construcción y el 1,44% del sector servicios; en total ha sido una disminución del 4,95% de empresas. Unos años en los que la renta media anual de los hogares ha pasado de ? 28.450 en 2008 a ? 25.787 en 2012, y el gasto medio anual de los hogares ha pasado de ? 34.511 en 2008 a ? 29.960 en 2012, situando la tasa de riesgo de pobreza en el año 2012 en el 27,1% (después de transferencias sociales quedaría en el 20,1%), 4 puntos por encima de 2008.

Esta realidad es el fruto de unas políticas determinadas, que han impuesto medidas de desregulación, debilitamiento de controles y eliminación de derechos (con las contrarreformas laborales y otros) y liberalización y privatización de servicios (con la consolidación fiscal). Son las políticas neoliberales dominantes en Europa, España y Catalunya, que se sustentan en la confianza ciega en el libre mercado y en el que la fijación del precio por el mercado asigna eficientemente los recursos y, por tanto, garantiza el funcionamiento de la economía y la recuperación. Es la lógica del "no hay que hacer nada" o "no hay nada que hacer" que justifica el desmontaje de un modelo social en el que las reglas, los controles y los derechos quieren garantizar los equilibrios económicos y sociales.

Para transformar esta realidad debemos cambiar estas políticas y situarnos en la lógica del "todo por hacer" y "todo es posible". Hoy vemos que algunos indicadores macroeconómicos muestran una lenta (incierta y débil) salida de la fase profunda de la recesión. Pero la gente sigue instalada en la crisis. Y mantenemos los desequilibrios de la estructura económica que teníamos. Para salir de la crisis debemos consolidar la débil recuperación que se apunta, hacer que llegue a la gente, poner fin a la pobreza y la desigualdad, recuperar derechos y libertades. Por eso los grandes objetivos hoy son: absorber los cientos de miles de trabajadores y trabajadoras en situación de desempleo generando empleo de calidad, así como resolver la pobreza y las desigualdades sociales. Pero esto no lo podemos hacer sólo con políticas redistributivas; necesitamos también políticas que incidan en la estructura productiva, en los procesos de creación de riqueza y empleo.

Es necesario un compromiso de los gobiernos, de los presupuestos, con el establecimiento de una renta garantizada de ciudadanía, la creación de planes de empleo para las personas jóvenes y para las mayores de 45 años en situación de paro de larga duración, la mejora de la formación y las calificaciones, entre otros. Un compromiso también con el salario mínimo y la mejora del poder adquisitivo de los salarios y del papel de la negociación colectiva. Un sector público motor de reactivación creando empleo público y proveyendo bienes y servicios de calidad. Todo esto debe acompañarse de una reforma fiscal potente e integral que dote de suficiencia el presupuesto público. Estas medidas, sin duda, aumentarán la demanda interna, privada y pública (necesaria cuando la demanda exterior está llena de incertidumbres) y ayudarán a consolidar la recuperación.

Pero necesitamos también políticas que actúen sobre la estructura productiva, sobre la forma cómo se crea la riqueza, para evitar que las desigualdades y los desequilibrios se reproduzcan. El precio de mercado como único mecanismo de asignación eficiente de recursos no funciona si no cuenta con un papel activo del Estado en la actividad económica, que restablezca equilibrios y evite injusticias, oriente finalidades y promueva estrategias. Por eso hay que insistir en la importancia de comprometer políticas orientadas al cambio de modelo productivo. A pesar de haber disminuido el peso estos años en Cataluña, la industria en sentido estricto representa el 18%, pero si tomamos las actividades integradas en el perímetro de la industria alcanza el 50% de la economía catalana. La industria con los servicios que tiene asociados es la rama productiva donde se obtienen mayores incrementos de productividad. La industria es el núcleo a partir del cual se empiezan a generar nuevos procesos y actividades económicas. Por eso debemos reclamar políticas industriales activas, que superen el viejo dogma de que "la mejor política industrial es la que no existe", y que orienten y apunten cambios en la estructura productiva.

Por eso hay que exigir al Gobierno un compromiso para la reindustrialización, que hay que abordar con una visión integral. Hay que actuar en diferentes planos. Dimensión empresarial, promoviendo la cooperación, mancomunación y otras iniciativas que doten de futuro los proyectos empresariales. Energía, que incida en el ahorro y la eficiencia energética y en la generación y la distribución, con una apuesta por la autosuficiencia. Hacer de la I + D + I, junto con la formación y la cualificación, la base de la innovación en procesos y productos. Dotar de infraestructuras que mejoren el posicionamiento de las industrias, sus capacidades, la sostenibilidad. Financiación, creando un instrumento financiero público que facilite el acceso del crédito para las inversiones productivas. Políticas laborales, que refuercen el papel de la negociación colectiva, la estabilidad laboral y la calidad del empleo, factor clave para dotar de mayor productividad las empresas.

Dejar en el mercado libre la respuesta a las necesidades sociales y hacer que el Estado sea el último muro de contención del malestar social, además de alejar el logro del pleno empleo, consolidará la pobreza y la desigualdad. Para ello se necesitan otras políticas, redistributivas, que ataquen la pobreza y la desigualdad, y de reindustrialización, que pongan las bases de un modelo productivo más sostenible, más innovador, de mayor calidad. Pero en todo caso hay que garantizar el trabajo de calidad, estable, saludable e igual, ya que esto es la base en que se asienta la solución, tanto para incentivar y promover procesos de mejora de la productividad, como para generar entornos sociales más igualitarios. Por eso también necesitamos fuertes organizaciones sindicales que impulsen estas propuestas.

Joan Carles Gallego
Secretario general de CCOO de Catalunya

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