viernes, 29 de marzo de 2024 01:46
Opinión

Felipe VI tendrá que ganarse la corona día a día

Josep Antoni Duran i Lleida
Josep Antoni Duran i Lleida

Os quiero comentar tres cuestiones en esta carta que, como siempre suelo hacer, tienen relación con la actividad política de la semana: todo el ajetreo de Can Vies en Sants, la configuración de los nuevos titulares de las instituciones de la UE tras el 25-M y el anuncio y consecuencias de la abdicación del rey Juan Carlos. De las tres, no hay ni que decirlo, me extenderé con más detalle en el análisis de la tercera.

Estimadas amigas y estimados amigos,

Os quiero comentar tres cuestiones en esta carta que, como siempre suelo hacer, tienen relación con la actividad política de la semana: todo el ajetreo de Can Vies en Sants, la configuración de los nuevos titulares de las instituciones de la UE tras el 25-M y el anuncio y consecuencias de la abdicación del rey Juan Carlos. De las tres, no hay ni que decirlo, me extenderé con más detalle en el análisis de la tercera.

El lunes por la permanente del comité de gobierno hablamos de lo que seguramente es el problema político más importante que nos hemos encontrado desde que gobernamos la ciudad de Barcelona. Obviamente, expreso públicamente mi apoyo al alcalde Trias y al equipo de gobierno del Ayuntamiento, como lo haría en un caso similar a cualquier otra opción política que tuviera que afrontar la gestión de un conflicto de estas características . Siempre dejaría claro, como también hago, que soy al lado de la propiedad del inmueble y no con los okupas, y más aún cuando afirmando a diestro y siniestro que el edificio les pertenece y que hacen y harán de Can Vies lo que quieran, al margen de las pautas legales establecidas tanto para su gestión como para su demolición o remodelación. También dejo claro, y lo dejaría en todo caso, que hay que ser inflexible con los que quieren imponer ideas por medio de la violencia y de los destrozos de patrimonio público o privado. Además, dejo y dejaría claro que siempre haré lado a la policía y no a los violentos. Si un día la policía se excede, la ley ha de corregir y castigar, pero, atención, siempre se debe partir de la presunción de inocencia de las fuerzas de orden público y no de la de los que se manifiestan delante arrasando todo lo que encuentran en su camino. La democracia debe garantizar la libertad y ésta no existirá nunca si no hay seguridad. Queda mucho "guay", y para algunos muy romántico, ser comprensivo desde un partido o un medio de comunicación con los que justifican o practican la violencia, pero este es un mal camino. No sé si lo que digo da o resta votos, pero sí estoy convencido de que hacer excepciones a las reglas de juego democráticas mina la autoridad y, por tanto, lo que es mucho peor, la democracia.

Si el lunes hablaba en Barcelona de Can Vies, martes, en Italia, con el presidente de la República, Giorgio Napolitano, con el responsable de la política europea de la Presidencia del Consejo de Ministros, Sandro Gozi, y con el ex primer ministro, Enrico Letta, lo hacíamos sobre Europa, Cataluña y también, sobre la abdicación del rey. Estos días hay muchas conversaciones entre dirigentes y familias políticas europeas de cara a la nominación y elección de los responsables de las instituciones europeas. Italia tiene la presidencia del BCE con Mario Draghi, pero en Enrico Letta tiene una persona con capacidad reconocida dentro y fuera de su país, a su familia política ya otros, que podría situarse al frente de las más altas magistraturas europeas . Como ya he dicho, sólo la presencia de Draghi en el Banco Central dificulta esta posibilidad. El tiempo lo dirá. Eso sí, cuenta con un posible enfrentamiento entre el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo a raíz de un posible veto de los primeros ministros y / o jefes de estado a uno de los candidatos que, como tales, se presentaron a las recientes elecciones europeas para presidir la Comisión Europea. Habrá la máxima finezza!

En cuanto a la abdicación del rey Juan Carlos, para mí, y para casi todo el mundo, ha sido una sorpresa. Y luego, motivo de reconocimiento. El balance del mandato de Juan Carlos lo uso en términos positivos. ¿Que no todo lo que ha hecho merece esta consideración? Seguro! Esto se puede decir de cualquier servidor público y, por tanto, también de él. Pero si hace treinta, veinte o menos años le dábamos las gracias, es justo que ahora lo recordamos. ¿Que me hubiera gustado más claridad en sus posicionamientos públicos sobre Cataluña? Sí, claro. A pesar de ser consciente de sus limitaciones constitucionales, habría preferido que públicamente hubiera ido más allá, lo cual no quiere decir que privadamente-siempre sin salirse del guión constitucional-haya podido reclamar del actual jefe del poder ejecutivo una respuesta que diera salida a la reivindicación del pueblo catalán. Nunca, seguramente, se podrá responder afirmativamente a esta observación y tampoco, pero, negativamente. Tengo mi impresión e información, pero no sirven de nada. Una vez dicho todo esto, no puedo expresar lo contrario de lo que pienso: el rey Juan Carlos, con sus pros y contras, ha sido un referente positivo de los cambios políticos, sociales y económicos que se han producido en el conjunto del Estado español a lo largo de los últimos treinta y ocho años.

La abdicación del rey está prevista en el artículo 57 de la Constitución española. Por este motivo, el gobierno del Estado ha presentado un proyecto de ley que tendremos que debatir y aprobar la semana entrante en el Congreso. Es aquí donde se ha desatado un debate político, en buena parte distorsionado por unos y otros. No voy a entrar a discutir si el contenido de lo que ha aprobado el gobierno del Estado es el que, en mi opinión, demanda el desarrollo de dicho precepto constitucional. Sólo pretendo situar nuestra decisión de abstenernos en el contexto en que debe interpretarse, al menos en el contexto que personalmente tuve presente a la hora de tomarla. Sé que hay gente que no lo entiende. Sé que hay quien considera un error la abstención y cree que deberíamos votar sí. Y también hay quien, en sentido contrario, habría ido más allá y habría votado no o quedarse más cerca y votar sí. Debo confesar que no me acabo de sentir cómodo con la abstención, pero, cuidado con los titulares simplificadores: tampoco me habría encontrado cómodo votando sí, y menos optando por el no. La realidad, por poliédrica, es altamente compleja y resumir en una palabra es siempre arriesgado. Asumo los costos del riesgo, pero así es la vida en general, y ya no hablemos de la política en particular. Tan compleja es la situación que el fin de semana, desde el independentismo, un par de periodistas pedían mi cabeza. Ahora lo piden desde Madrid periodistas de signo muy diferente. Qué le vamos!

En todo caso, debe quedar claro que el próximo miércoles no votaremos si el príncipe Felipe debe asumir o no la condición de rey, y menos si estamos a favor de la monarquía o de la república. Unión nació republicana y fue leal a la República en momentos nada fáciles para ejercer esa lealtad a causa de los gobiernos que la representaban. Pero también participó leal y activamente en la consolidación de la actual monarquía. Y que conste que nunca hemos participado en conspiraciones de restaurantes a favor de una tercera república para ser presidida por algún personaje de la derecha española. Hoy-como siempre-hay quien cree legítimamente que la monarquía es un régimen obsoleto alejado de los tiempos que vivimos. Para otros es una garantía de arbitraje. Cada uno es libre de pensar y de proponer lo que crea. Seguramente, sin embargo, hay un denominador común entre una gran mayoría de ciudadanos. Queremos estabilidad y renovación y, en el caso de Cataluña, reclamamos, además, respeto y reconocimiento a nuestra voluntad de ser y de decidir lo que queremos seguir siendo en el futuro.

¿Nos abstenemos, pues, porque lo que se decide no va con nosotros? No! Al menos no es el sentido de mi abstención. Por ahora, y nadie sabe hasta cuándo, lo que se decida en el Estado con nosotros. Y tanto que sí! Nos abstenemos porque queremos la república en lugar de la monarquía como articulación del Estado? No! Si fuera así, deberíamos impulsar una reforma constitucional y cambiar, como mínimo, el artículo dos y el título segundo de la Constitución y no hemos optado por proponerlo. ¿Nos abstenemos porque no nos gusta el futuro rey o porque nos gusta más o menos que el actual? Ya he dicho que no tiene nada que ver el voto del próximo miércoles que estemos de acuerdo o no con el futuro rey. Además, como federación de CiU, le hemos deseado toda clase de aciertos y éxitos para el bien de todos. Incluso, aunque se quite pincha malintencionadamente para buscar diferencias entre Unión y Convergencia, a partir de ser el dirigente de la federación que más horas ha compartido con el actual príncipe, he dicho, y lo repito, que es una persona preparada y competente para afrontar una necesaria renovación desde su espacio constitucional a todos los niveles.

Por qué nos abstenemos, pues? Por cuestiones puramente formales? No! También por razones formales, al tiempo de fondo. Atención: razones que no tienen nada que ver con el futuro rey. Estamos rompiendo así nuestro sentido de estado? No! O, al menos, antes la han roto otros. De hecho, contrariamente a lo que he leído, no es la primera vez que no participamos de una decisión de estado o, mejor dicho, que nos excluyen de una decisión de estado. ¿Es que no recordamos que, a pesar de ser los únicos que, junto con el PSOE, hicimos, defender y votar la Constitución-no se puede decir exactamente eso del PP, porque una buena parte, procedente de AP, como el propio Rajoy, y ni que decir Aznar, nunca estuvieron del todo de acuerdo-, fuimos excluidos por unos y por otros de la reforma de su artículo 135 en septiembre de 2012?

¿Qué ha pasado formalmente, pues? Es verdad lo que dicen desde el gobierno central que el lunes, de Roma estando, hablé con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que me informó del contenido del artículo del proyecto de ley? Sí, es cierto, y le agradezco el detalle. Pero me informó de lo que el PP-PSOE habían decidido que sería el contenido de la ley. Lo mismo que con la mencionada reforma del artículo 135 de la CE. Ahora bien, ¿nos habían pedido para hablar y decidir ya que se trata de una cuestión de estado-como afrontarla, cuándo y con qué contenido legislativo? No! Radicalmente, no. Me dijo la vicepresidenta que el pleno sería miércoles 11? Sí, y tanto! No me preguntó cuando creíamos que podría ir más bien que se hiciera, sino simplemente me informó del día y hora que se haría. ¿Va preguntarme qué pensábamos hacer? Sí! Y en ningún momento dije si votaríamos sí, no o si nos abstendríamos. Mejor dicho, expliqué que por la mañana había hablado telefónicamente con el presidente Mas y que me parecía que no había motivos para pensar en un no, pero que había que esperar para saber qué votaríamos. A la mañana siguiente, todavía en Roma, me dicen que han dejado en mi mesa de Madrid un escrito para pedir trámite de lectura única con el PP y el PSOE, y digo que no lo firmo. Y el martes por la mañana los medios iban llenos que el PSOE y el PP habían pactado el proceso de coronación. No entro más a fondo, ni ahora ni la próxima semana, porque al final el perjudicado sería el nuevo rey y no tiene nada que ver. Sólo digo que cuando se quiera un pacto de estado se debe invitar a participar en la cocina para hacer el plato, y no sólo en la mesa para comerlo.

Hay más razones que las formales? Sí, aunque las formas en política, como decía el presidente Tarradellas-ahora que lo reivindica tanto-, son muy importantes, hay una razón de fondo. El estado que Felipe VI heredará como rey está tratando Cataluña muy injustamente. Él lo sabe. Y este estado no puede esperar que nuestra actitud en un debate de estado sea hacer ver que no pasa nada. Pasa, y mucho, y, además, el nuevo rey debe ser muy sensible. Ya sé que depende más del gobierno que de él, pero no lo puede ignorar. Queremos romper puentes con el Estado con esta votación? Y hacerlo particularmente con la monarquía? No es exactamente eso, sin ignorar que hay muchos puentes rotos. Simplemente no podemos hacer ver que no llueve y refugiarnos en un edificio lleno de goteras. Ojalá que el nuevo rey pueda ayudar a reconstruirlo.

El gobierno central ha tomado muy mal nuestra decisión. Qué le vamos. Además, desde Portugal, el presidente Rajoy dicen que ha reclamado que no debemos hacer política pequeña. Por favor! Política pequeña es recurrir ante el TC un estatuto plebiscitado por el pueblo catalán con muchos preceptos copiados por autonomías gobernadas por el PP sólo con el afán de ganar votos del PSOE! Política pequeña es hacer una campaña con cuñas publicitarias excitante la animadversión contra Cataluña! Política pequeña es afirmar que Endesa será alemana antes que catalana! Política pequeña es obstruir la renovación de magistrados con el mandato constitucional caducado para hacer que la sentencia sobre el Estatuto catalán fuera política y negativa! Política pequeña es votar contra el Real Decreto que impedía la intervención de España en mayo de 2010 para que se quemara Rodríguez Zapatero! Eso sí que es política pequeña! Política de la que ahora se deriva el que se deriva. Ya sé que no todo es su culpa, ni siquiera sólo del Estado, pero no se puede reclamar a nadie con autoridad moral que se haga política con mayúsculas cuando lo que está pasando es fruto de tanta política pequeña. De mucha más gente? Sí, pero sobre todo o principalmente del PP.

Pero reitero que le deseo lo mejor al nuevo rey y no es justo para él enturbiar más su designación y coronación en la que asistiré con mucho gusto y con plena normalidad democrática, más allá de todos los "peros" ya expresados. Que le vayan bien las cosas. Él sabe y es consciente de que tendrá que ganarse la corona día a día.

Cordialmente,

Josep A. Duran i Lleida
Barcelona, 6 de juny de 2014

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